20/Apr/2024
Editoriales

La Medalla Alfonso Reyes para Alicia Reyes

Agonizaba el año de 1959, el mismo en que murió José Vasconcelos, cuando don Alfonso Reyes ya no pudo continuar y falleció el 27 de diciembre de 1959, a los 70 años de edad. Su viuda, doña Manuelita Mota de Reyes, tomó las riendas de su hogar y de la Capilla Alfonsina y continuó la labor del mexicano universal.

 

Poco tiempo después, en el mes de mayo de 1960, los regiomontanos la invitamos a viajar a la tierra que vio nacer a su esposo un 17 de mayo y a la que tanto cantó como nadie. Ahí al pie del Cerro de la Silla, esta gran dama nos pidió que los universitarios jamás permitiésemos que el nombre de don Alfonso fuera olvidado en su tierra.

 

Fue así como surgió una amistad inolvidable. Se confirmó la frase de don Raúl Rangel Frías: La vida es término, pero también principio, Había muerto un gran hombre que nació a la inmortalidad. Varias veces, doña Manuelita estuvo en Monterrey y nos tocó atenderla. Varias veces también nos invitó a la Capilla Alfonsina. En esas visitas conocimos a muchas personas, entre ellas al Dr. James Willis Robb, catedrático de la Universidad de Washington y autor de varias obras, entre ellas “El estilo de Alfonso Reyes”. También nos encontramos con el Dr. Víctor Everardo Niemeyer, de la Universidad de Texas y autor de una de las mejores biografías del General Bernardo Reyes.

 

Cuando doña Manuelita falleció, continuaron su labor su hijo el doctor Alfonso Reyes Mota y su nieta Alicia Reyes “Tikis”. Ellos también estuvieron en la tierra natal de don Alfonso y nosotros seguimos con las visitas a la Capilla. En 1969, al cumplir la Capilla sus primeros 30 años, se realizó una inolvidable conmemoración. Estuvieron presentes –entre otros-- Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Francisco Monterde, Raúl Rangel Frías, Luis M. Farías, Armando Arteaga Santoyo y muchas personas más, entre ellas, por supuesto, Alicia y su padre, el doctor Alfonso Reyes Mota.

 

Ya para entonces –desde 1965— Alicia era la directora de la Capilla, lo cual significa que dedicó más de medio siglo a cuidar el legado de don Alfonso.Pero volvamos a aquella celebración de los 30 años de la Capilla. Alicia estaba feliz. De pronto se me acercó y me dijo: “Te voy a pedir que conduzcas el evento y que hagas la presentación de los invitados”. ¡Qué honor! Afortunadamente todo salió bien. El acontecimiento quedó registrado en el Boletín de la Capilla Alfonsina.

En el mes de julio de 1969, coincidiendo con el XXX aniversario de la Capilla Alfonsina, Alicia publicó la primera parte del Diario de Alfonso Reyes (1911-1930), bajo los auspicios de la Universidad de Guanajuato. “Volver a leer su Diario –nos dice--, ha sido como platicar con él. Muchos de los pasajes nos los narraba de “viva voz”, ya sentado en su sillón de reposo (aún junto a su cama), con aquellos ojitos maliciosos entrecerrados, ya paseando por su terraza y acariciando su bella barba blanca. Siempre encontraremos en estas páginas algo nuevo y, ante todo, esa sonrisa, esa cordialidad y ese cariño que supo despertar en todos los que tuvimos la suerte de conocerlo”.

Para cuando Alicia publica por vez primera el Diario de Don Alfonso, ya circulaban algunos de sus propios poemas por el mundo. Desde Buenos Aires, el 15 de julio de 1966, la madre de Jorge Luis Borges, doña Leonor A. de Borges, le escribe a Alicia:…Me encarga Georgie* --así le llamaba a su hijo-- te diga, la alegría con que ha recibido tus dos poesías, bien se revela en ellas el talento heredado, te felicita muy sinceramente y te ruega le envíes, siempre que escribas algo…”

De ella, Efraín Huerta dijo que “Alicia Reyes “Tikis” justifica en forma pública su amor a la literatura, el amor a su abuelo y el ser, en la Capilla Alfonsina, el ángel vigilante, el ángel que concierta la gracia con el talento y la inspiración con la bondad”. Alicia continuó trabajando para consolidar la obra de su abuelo. Se crearon el Premio Nacional Alfonso Reyes y el Premio Internacional Alfonso Reyes. A nosotros nos tocó el privilegio de recibir en la Capilla de la ciudad de México el primer Premio Nacional Alfonso Reyes en 1974, en un evento en el que estuvieron presentes el Gobernador de Nuevo León, doctor Pedro Zorrilla; el Rector de la UANL, doctor Luis E. Todd y el Lic. Raúl Rangel Frías.

En esa década de los 70, con el apoyo de Alicia, los nuevoleoneses trabajamos en un ambicioso proyecto: Conseguir que los libros de la Capilla Alfonsina se trasladaran a la tierra de su creador. Ante esto, Alicia ideó una magnífica forma de preservar en la ciudad de México la Capilla Alfonsina, en la casa que para tal propósito construyó don Alfonso. Ahí se conservarían los archivos de Don Alfonso y los archivos de su padre, el general Bernardo Reyes, con miles y miles de documentos. Mientras tanto, en la Ciudad Universitaria de Nuevo León se construyó un edificio especial para albergar el acervo que don Alfonso logró reunir durante su vida, con cerca de 30 mil publicaciones, muchas de ellas dedicadas por sus autores al regiomontano ilustre.

 

Hemos querido traer estos recuerdos, precisamente ahora que Alicia recibirá la Medalla Alfonso Reyes de la UANL .Alicia Reyes es una mujer dichosa por haber tenido un abuelo como Alfonso Reyes. Y Alfonso Reyes seguramente se sentirá afortunado en la región más transparente por contar con una nieta como Alicia Reyes. Gracias a su obra, Reyes llegó a ser un Mexicano Universal. Gracias a ella, también, continúa presente entre nosotros y habrá de perdurar para que la conozcan las futuras generaciones.

¿Qué sería del legado de Alfonso Reyes sin Alicia Reyes? Y no me refiero, por supuesto, a la herencia material o económica. ¿Qué será de la Capilla Alfonsina sin Alicia Reyes? En ese lugar permanece el espíritu de Don Alfonso. Gracias a los esfuerzos de Alicia, la Capilla se duplicó. A partir de 1980, son dos las Capillas Alfonsinas: Una continúa en la calle de Benjamín Hill 122, en la Colonia Condesa de la ciudad de México y la otra está  en la Ciudad Universitaria de Nuevo León.

La poeta, narradora, ensayista e investigadora de la vida y obra de su abuelo, ha conseguido que ambas Capillas continúen con la "mística alfonsina". De esta forma, tanto en Monterrey como en el Distrito Federal existen dos templos dedicados a cultivar la inteligencia. Así lo han podido constatar tanto investigadores nacionales como extranjeros. Además, en el caso de la Capilla Alfonsina de la ciudad de México el espacio se ha vuelto a llenar con los libros que llegan de diversos países donde Reyes sembró amistades. Por otra parte, en la UANL, la obra de Reyes se ha nutrido con la de otros escritores e historiadores y se ha convertido en una de las más importantes, ya que se le han añadido los Fondos de Fernando Díaz Ramírez, Ricardo Covarrubias, Pedro Reyes Velázquez, Carlos Pérez Maldonado, así como el importante Fondo Nuevo León y la Hemeroteca. Estos servicios están a disposición no sólo de los estudiantes y maestros de la UANL, sino de toda la comunidad.

Alicia tiene un propósito, una misión: resguardar el legado de su abuelo, pero también ha desarrollado su proceso creativo personal. Desde muy joven se ha dedicado además a escribir poesía. Su abuelo alcanzó a conocer algunos de sus poemas. Luego siguieron la novela Fetiche, de corte psicológico, que se incluyó en un estudio para la Universidad de Toulousse, Francia, y las policíacas "El almacén de Coyoacán" que escribió en 1989 con motivo del centenario del natalicio de su abuelo, "pensando en algo que solo él y yo sepamos, además de que él fue un buen lector de este género", y "Aniversario número 13". También se ha dedicado a escribir ensayos como el titulado "Genio y figura de Alfonso Reyes", que lleva ya varias ediciones y "Como apreciar a Alfonso Reyes", útil guía para quienes deseen acercarse a la obra de Don Alfonso.

Alfonso Reyes fue su primer guía de lecturas y un "poquito el culpable de que me haya gustado el terreno literario". Entre poesía, cuento, novela y ensayo, no hay preferencia, "todos los terrenos me han gustado", asegura Alicia. Con relación a su abuelo, Alicia comenta que "fue mi director de lecturas, un gran consentidor, un abuelito amoroso; mis juegos junto a mis hermanas con él, su agilidad física bárbara; cantaba zarzuelas, era un buen gourmet, le encantaba la buena comida --sobre todo el cabrito norteño, las agujas, los chiles rellenos y los huevos rancheros."

Alicia ha estado detrás de todas y cada una de las acciones a favor de la difusión de la obra de Reyes. Desde la publicación de sus Obras Completas, hasta el Diario y la Correspondencia con otros escritores. Cuando se le pregunta qué sería de México sin la figura de Alfonso Reyes, ella responde: "Creo que hubiera habido un hueco en la literatura mexicana porque mucha gente, como yo, ha pensado que él fue el último humanista mexicano. Tan sólo su figura literaria llena una parte enorme del siglo XX. No sólo por su obra sino por el interés que demostró por los jóvenes que venían detrás como Los Contemporáneos, Octavio Paz, Carlos Fuentes, los González Casanova y Ramón Xirau, entre otros. Ahí está la huella de Reyes."

La nieta de uno de los escritores más grandes del siglo XX --el mejor en prosa española, según Borges— estará mañana jueves en Monterrey para recibir la Medalla Alfonso Reyes, la máxima distinción que otorga la UANL. La recibirá de manos del Rector, Ing. Rogelio Garza Rivera. ¡Felicidades Alicia!