24/Apr/2024
Editoriales

Junio 20 de 1905: Nace en Monterrey Mateo A. Sáenz, médico, maestro universitario y escritor

 

Junio 20 de 1905: Nace en Monterrey Mateo A. Sáenz, médico, maestro universitario y escritor. Hace sus  estudios en esta ciudad, hasta egresar de médico cirujano y partero en la facultad de Medicina de la UANL. Su vida familiar junto a sus cinco hermanas transcurre como la de muchos nuevoleoneses.

   Visitaba seguido el municipio de General Treviño en donde tenía sus raíces y desde joven evidencia inquietudes sociales, dedicándose a apoyar a los desvalidos, y en su trayectoria sobresale haber sido fundador de la Escuela de Cooperativismo, y el Tribunal de Menores. Hombre honesto, de pensamiento liberal profundo, da cátedra en diversas escuelas públicas, y en forma destacada en el Colegio Civil, en la preparatoria número UNO (diurna), y en la preparatoria TRES (nocturna) dedicada a educar a trabajadores, escuela que dirige en forma atinada y entusiasta.

   Su especialidad como catedrático es la historia de México, dominando datos que no son del conocimiento popular. Deja una vasta obra literaria, en la que destaca “Un curso de historia de México” que contiene algunos capítulos polémicos, tal como fue toda su vida. Es de señalarse el prólogo de su libro “Anecdotario” que hace el maestro Raúl Rangel Frías, quien afirma que Mateo es un hombre pobre que pudo ser rico,  pues en su época era sencillo allegarse buenos honorarios si se hubiese dedicado a atender a los pudientes, pero su vocación fue atender a los pobres. Adicionalmente al que comento, sus principales libros fueron: Cartas de un médico viejo para su hija; Leyendas regionales de Nuevo León; Antecedentes de la Revolución Mexicana de 1910; Prosa dispersa; y Antecedentes Ideológicos, Socioeconómicos e Históricos de la Constitución de Apatzingán, más otros y una gran cantidad de ensayos.

   El Consejo Universitario lo nombró Maestro ad – vitam de la materia de Historia de México a nivel preparatoria. En lo profesional, funda varias clínicas médicas, siempre con la consigna de ayudar a los enfermos sin recursos económicos. Ateo declarado, tanto que, hasta en el momento de su entierro, se escucha una grabación de su voz, en la que negaba la existencia de Dios. En el Colegio Civil está un busto suyo en reconocimiento a su entrega a la educación en esa casa universitaria.