03/May/2024
Editoriales

Nadie es sabio por lo que estudió su padre (o su tío)

Porfirio Díaz Mori, renunció a la Presidencia de la República cuando vio que sería defenestrado por los revolucionarios que se levantaban por todo el país, y su indiscutible olfato político le aconsejó que se expatriara por su voluntad para irse a vivir hasta el final a Francia, la nación contra la cual combatió durante un lustro (1862 – 1867), pero que -ya siendo presidente- restableció las relaciones diplomáticas, y mostró su admiración a algunos personajes franceses.

Siendo un héroe de guerra (batalla del 2 de abril de 1867), Díaz luchó democráticamente contra su paisano Benito Juárez, quien lo derrotó en el terreno político, en las elecciones presidenciales del 25 de agosto de 1867 en una proporción de casi tres a uno. Después fue superado por Juárez de nuevo en 1871 con una proporción de 1.5 a uno, sin embargo, nadie osa cuestionar su liderazgo, pues con todo en contra, encabezó la Revolución de la Noria (1871), y muerto Juárez, convocó al Plan de Tuxtepec con el que derrocó a Sebastián Lerdo de Tejada (1876). 

El hermano de Porfirio, Félix Díaz Mori, que fue gobernador de Oaxaca y fue ejecutado en consecuencia del Plan de la Noria a la edad de 38 años, tuvo un hijo llamado Félix Díaz Prieto, quien estudió y se recibió de ingeniero militar. 

A este Félix Díaz, también le llamaba la atención el oficio político, así que el presidente Porfirio Díaz lo incorporó al Estado Mayor Presidencial.

Luego lo hizo diputado y senador, compitiendo por la gubernatura de Oaxaca pero resultó perdidoso. Sin embargo, este Félix Díaz, siendo sobrino de Porfirio e hijo del ex gobernador Félix, se sentía presidenciable en tiempos del presidente Francisco I. Madero.

Así que se declaró enemigo del presidente de la república y se alzó en Veracruz, pero como era de esperarse, rápidamente fue derrotado, preso y condenado a muerte. 

En esas circunstancias, la bonhomía del presidente Madero le salvó la vida, pues hizo lo necesario para que su condena se redujera al escalón inferior, es decir, a cadena perpetua.

Hasta que se inició la Decena Trágica del 9 de febrero de 1913, cuando las fuerzas del general Manuel Mondragón lo liberaron al mismo tiempo que al general y ex gobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes, quien murió intentando tomar el Palacio Nacional.

Félix quedó libre y vivo, porque también andaba en la bola, y además creyó inocentemente que las elecciones convocadas por el también ingeniero militar jalisciense Victoriano Huerta era de veras, así que planeaba inscribir su candidatura y se postuló para ello.

Huerta se vio muy elegante al enviarlo a Japón para que cumpliera una ‘importante misión diplomática’, fue hasta entonces que Félix entendió que no era presidenciable miesntra fuera presidente el dictador Huerta. 

Lo que hizo fue embarcarse a Estados Unidos como exiliado en vez de presentarse en Japón a cumplir con su nombramiento.

Se quedó en Estads Unidos hasta que reapareció el 15 de mayo de 1916 en su tierra Oaxaca, encabezando un Ejército Reorganizador Nacional, que fue derrotado en un dos por tres por las fuerzas constitucionalistas de Carranza.Ante este nuevo revés, Félix Díaz se volvió a exiliar hasta el año de 1937 que regresó a Veracruz, sólo para morir en 1945, sin más gloria que haber sido sobrino de un ex presidente e hijo de un ex gobernador.