07/May/2024
Editoriales

El día de los inocentes

Hoy se conmemora el Día de los Inocentes en alusión a una criminal exterminación de niños varones menores de dos años que ordenó el rey Herodes cuando no encontró a Jesús, el Niño – Dios, nacido en Belén.

Como ya había dado la instrucción a los áscares de Belén de matarlo, urdió un sencillo y perverso plan: Eliminar a todos los infantes menores a dos años para asegurarse que el profeta nacido para gobernar al pueblo de Judea según marcaban los agoreros, no viviría. 

Así que por esa canallesca e inmunda causa murieron un número indeterminado de inocentes, lo que posteriormente dio pie a la instauración de ese día conmemorativo.

Tal vez con el paso del tiempo y en un intento de disminuir el dramatismo de la celebración, aprovechando el significado del término “inocente” -cándido, sin malicia, fácil de engañar- se inició otra aplicación, la del Día de los Inocentes, en la acepción de inocencia y posible víctima de una broma. 

Esta adaptación de la festividad mencionada, alcanzó a tener una gran aceptación, pues varios medios de comunicación y clubes de servicio la promovían con publicaciones y eventos chuscos. 

Además esta fecha del Día de los Inocentes también coincide con el primer choque entre los ejércitos de las Repúblicas hermanas de Perú y Ecuador en el año de 1981, en una zona de Los Andes reivindicada por los peruanos. 

El tema de esta batalla no es agradable para nuestros hermanos del cono sur, pues guerrear es un acto terrible y más cuando se hace contra vecinos, pues la afrenta se recordará siempre. 

Pero siendo un hecho tan reciente es casi imposible borrarlo de nuestra memoria.

En estos tiempos pandémicos hacen falta motivos para reírnos, pues necesitamos alegría, así que soy de los que piensan que debemos celebrarlo con bromas sanas. 

Por cierto, mañana habrá una declaración presidencial para anunciar que se iniciarán los trabajos de captación y conducción de agua del río Pánuco a Monterrey, con cargo al presupuesto federal, tal como sucedió con la presa Cerro Prieto y el acueducto Linares- Monterrey, en tiempos de López Portillo y Martínez Domínguez.   

Inocente para siempre.