El presidente Lázaro Cárdenas del Río fue un político que atraía a las masas, sobre todo a los pobres, a los indígenas y a las mujeres. Sus discursos eran emancipadores hablando de libertad, progreso, equidad y educación para las mujeres.

Sin embargo, ya en el plano personal, le pidió a su esposa, Doña Amalia Solórzano que se abstuviera de participar en actividades públicas, porque el papel de las mujeres era dentro del hogar. Pasado el tiempo, Doña Amalia declaró: No fue sino hasta muy avanzado su gobierno que empecé a participar en forma activa en la vida de mi esposo como presidente.

En el año 1938 cuando se decretó la expropiación petrolera… cuando se hizo el llamado para pedir ayuda popular… el general me dijo: _Chula, creo que se debe invitar a la mujer a una participación directa y motivarla en este momento en que es urgente la presencia de todos los mexicanos. Hay que hacer labor en escuelas, en las familias, en fin, un llamado nacional.

Sara Sefchovich, “Las mujeres detrás de la silla presidencial mexicana en el siglo XX”. Will Fowler coord. Gobernantes mexicanos, t II. México, FCE, 2008, p.345