29/Apr/2024
Editoriales

Las amistades desatendidas pueden terminar mal

_En tu nuevo proyecto no te apoyaré, estimado amigo; como te vi planeándolo y no me lo participaste, ayudaré a tu competencia, pero cuenta siempre con mi amistad.

Situaciones de este tipo suelen darse en el devenir de nuestra vida, pues algunas veces creemos que los amigos siempre estarán de nuestro lado y no les damos el lugar que merecen. 

Aunque hay casos -los menos- que al terminar los procesos que los separaron se restablece la relación de amistad entre los actores.

Vale concluir que una amistad desatendida pueden terminar siendo enemistad.

Por ejemplo, el 25 de mayo de 1911 que renunció Porfirio Díaz, el país pensaba que Madero ganaría las elecciones y sus amigos le acompañarían en su gobierno.

Sin embargo Madero sí triunfó en el proceso electoral para gobernar del 6 de noviembre de 1911 al 30 de noviembre de 1916, pero nada cambió y sus amigos no volvieron a tener contacto diario con él, como cuando andaban luchando contra Díaz.

Desde que el presidente interino Francisco León de la Barra inició -con base en los Tratados de Juárez- el desarme de las fuerzas revolucionarias que habían derrotado a Díaz, y el ejército porfirista permanecía intacto, Madero no hizo nada al respecto ni habló con sus amigos y aliados que tanto le habían apoyado militar y electoralmente.  

Ante semejante inequidad, el caudillo Emiliano Zapata no aceptó el desarme de los campesinos del sur, pues entre él y Ambrosio Figueroa los habían convencido de que tomaran las armas. 

Se pensaba que Madero barrería con los porfiristas para incorporar a los maderistas, pero no fue así; dejó en el gobierno a quienes habían sido sus enemigos porque le dijeron que ya eran sus aliados.

Dejó pasar un precioso tiempo con inactividad política creándose entre sus amigos y aliados reales un ambiente de decepción.

Pascual Orozco, por ejemplo, se rebeló y se apoderó de casi todo Chihuahua. 

Madero no sabía cómo reaccionar y pensó que debería imponer su gobierno también entre sus aliados, así que envió a Victoriano Huerta -que ya le había jurado lealtad- a enfrentar a Orozco y lo venció, creciendo la imagen de Huerta, el futuro chacal. 

Madero terminó enfrentado con sus amigos que le habían llevado al triunfo militar primero, y al electoral después. 

Y Huerta traicionó a Madero pues su lealtad no era de veras, mucho menos su amistad, arrebatándole no sólo la Presidencia de la República sino también la vida.

Con ello empezó la segunda parte de la Revolución Mexicana que no terminó a la caída de Huerta, sino que empezó otra etapa, ahora entre los grupos de revolucionarios que peleaban por el poder. 

Esta fue la parte más sangrienta de la Revolución Mexicana y podemos comprobar que en la política -actividad que es el espejo sucio de la vida- las amistades que no se atienden adecuadamente, pueden terminar siendo enemistades.