Internacional

Hombres a la defensiva ante ola de acusaciones de acoso

Los Ángeles -  Steve Wyard creía saber lo que era el acoso sexual: una insinuación para que la otra persona pusiera de su parte o perdería el empleo. Ahora, ya no está tan seguro.

“¿Hemos llegado al punto en el que los hombres no pueden decir ‘Que bonito vestido’ o ‘tu cabello luce diferente’?”, se pregunta el veterano agente de ventas de una compañía de Los Ángeles. “El problema potencial es que ya ni siquiera te puedes sentir seguro diciendo: ‘Buenos días’”.

Las acusaciones de acoso y abuso sexual que han derribado a algunos de los hombres más poderosos de Hollywood, de los medios de comunicación, de la política y del mundo empresarial están teniendo repercusión en los lugares de trabajo. Los hombres se preguntan si aún está bien abrazar a una compañera o preguntarle sobre su fin de semana. Y algunos de ellos se preguntan si es que alguna vez, quizá inadvertidamente, cruzaron la línea.

Si Garrison Keillor, el amable ex anfitrión del programa de la radio pública “A Prairie Home Companion” puede ser despedido por poner accidentalmente _dice_ su mano en la espalda desnuda de una mujer, ¿podrían ellos meterse en problemas por algo similar?

Tom Turner, director general de Bitsight Technologies, una compañía de seguridad cibernética de Massachusetts, organizó el mes pasado una sesión sobre acoso sexual para sus 270 empleados. Le preocupa el efecto que el furor nacional tenga en su lugar de trabajo.

Turner dice que su compañía se enorgullece de ser un lugar en el que las personas disfrutan de la compañía de los demás. El sitio web de la empresa muestra fotografías de sus empleados que viajan juntos a esquiar y salen de fiesta.

“Con todo lo que está sucediendo en los medios de comunicación, podría haber una tendencia de ir demasiado lejos, tanto que se pierda ese ingrediente que vuelve especial a tu compañía”, afirmó.

Wyard, quien se jubilará a fin de mes después de 35 años con una empresa que suministra lavadoras y secadoras industriales, dice que no recuerda que alguien haya presentado una denuncia por acoso sexual durante todo el tiempo que trabajó en ese lugar.

Atribuye el hecho, en parte, a la atmósfera familiar que dice que existe en una empresa en donde muchos de sus empleados llevan décadas trabajando, incluyendo padres e hijas que laboran juntos. Entre los 70 empleados se ha fomentado la cultura “de tratar a todos de la misma manera en que quisieras que trataran a tu hermana”, asegura.

Pero dijo que su esposa, directora general de una empresa de servicios de salud, que apenas el mes pasado una mujer presentó una queja por creer que uno de sus compañeros estaba siendo demasiado personal. “Resulta que el tipo pensó que solo le estaba preguntando ‘¿Qué hiciste el fin de semana?’”, de acuerdo a lo que su esposa le contó a Wyard.

John Frith, quien durante años trabajó como portavoz para agencias gubernamentales de California y para un miembro del Congreso estatal antes de convertirse en consultor, dice que siempre es cuidadoso en evitar preguntas tan simples como los planes para el fin de semana de alguien, particularmente si se trata de una subordinada.

En retrospectiva, cree que su más ofensa más atroz fue ordenarle a una becaria que le trajera una taza de café. Dice que no lo haría actualmente.

“Me miró como si fuera la peor persona del mundo”, recuerda. “Ahora me gustaría disculparme con ella, pero después de tantos y tantos años, no recuerdo su nombre”.

Aunque algunas figuras públicas como el productor de Hollywood Harvey Weinstein han sido acusadas de violación, a otras como Kellor y el expresidente George H.W. Bush se les ha señalado por poner las manos en donde no deben.

Son ese tipo de casos los que ponen nerviosos a los hombres comunes, que se preguntan si es que acaso se acercaron demasiado para ese abrazo. O si hubiera sido mejor no contar esa broma sobre sexo oral, o decírsela solo a sus compañeros varones.

“Lo que veo ahora entre mis amigos varones es un ‘Oh, Dios mío, espero que no’. Hay una sensación de vergüenza”, dice la cineasta independiente Laura Lee Bahr.

Dijo que ha estado tranquilizando a sus amigos diciéndoles que abrazarla cuando la saludan no es acoso. Lo que debe terminar son las propuestas descaradas y los toqueteos indeseados de algunas partes del cuerpo, señala.

“En lo personal, quisiera que las personas que realmente necesitan verse en el espejo lo hicieran”, comentó.

Carolann Peterson, una socióloga de la Universidad del Sur de California, señala que los hombres necesitan reconocer que rodear repentinamente a alguien con el brazo o darle una nalgada no son actos tan inocentes como ellos creen, y pueden incomodar a una mujer, incluso si no lo dicen en su momento.

“A veces, nosotras como mujeres tenemos una tendencia en ser demasiado amables”, recalca. “No queremos ofender a nadie, así que no decimos nada”.

Pero esos días están llegando a su fin, añadió Peterson, señalando que las acusaciones recientes en contra de tantos hombres destacados han envalentonado a sus estudiantes de USC a hablar de sus propias experiencias.

“Necesitamos levantar la voz cuando nos sentimos incómodas”, comentó. “Y necesitamos que los hombres sean un poco más sensibles con lo que hacen”.