30/Apr/2024
Editoriales

George Bernard Shaw

Cuando vi la película Mi Bella Dama, a mediados de los años sesenta, me agradó mucho el argumento. En “las letritas” vi que el guión estaba basado en la obra Pigmaleón, de George Bernard Shaw, así que busqué el libro, pero tardé en encontrarlo, hasta tiempo después lo pude leer y aprendí a respetar a este autor irlandés que se desarrolló en Londres. Ha sido considerado la cumbre de la dramaturgia sajona moderna, y su abundante obra –más de 50 libros- muestra un ingenio sobresaliente. En ellas hay ironía a granel, fino sentido del humor, y sobre todo, diálogos increíblemente bien logrados. 

Se trata de un auto didacta que trabajó como periodista, crítico teatral y crítico de música que gustaba de la polémica y en medio de los debates escribía sus obras.  Escribió cinco novelas que no consiguió quien las editara, sin embargo, se dedicó de lleno a promoverlas hasta que consiguió que se publicaran dos: La profesión de Cashel Byron, en 1882, que es la vida de un tratante de blancas; y Un socialista asocial, en 1883, cuyo texto expone sus ideas polémicas cercanas al marxismo. Al salir a la luz pública su segunda novela, fue invitado y aceptó participar en la Sociedad Fabiana, integrada por un grupo de socialistas que buscaba reformar la sociedad con métodos no violentos. Su personalidad era atrayente, por lo que casó bien, o sea, con una rica dama irlandesa llamada Charlotte Payne-Townshend.

Resuelto su añejo problema económico pudo promover con más soltura sus obras hasta que su primera obra teatral Casa de Viudas, 1892, que es una burla ácida del romanticismo. Tuvo éxito y consiguió que se publicara el libro Teatro Agradable y Desagradable, 1898, donde Shaw incluyó sus siete primeras obras para la escena, incluida la censurada Trata de Blancas. 

En 1923 escribió Santa Juana, donde convierte a Juana de Arco en una mujer mística y a la vez pragmática en la acción, tan bien lograda que le permitió ser distinguido con el Premio Nobel de Literatura. El gran escritor George Bernard Shaw rindió tributo a la Madre Tierra en el año de 1950.