Internacional

Las cadenas humanas se multiplican en Bielorrusia contra la represión

Con flores o globos blancos en sus manos, miles de personas formaron esas cadenas en varios sectores de la capital, apoyadas por conductores que hacían sonar las bocinas de sus automóviles, observaron periodistas de la AFP.

Esta forma de movilización, iniciada el miércoles por decenas de mujeres vestidas de blanco, no ha desencadenado una represión violenta como la dirigida contra las manifestaciones nocturnas.

“Ayer vi mujeres vestidas de blanco. Y comprendí, quiero hacer esto. Estamos contra la violencia, estamos a favor de elecciones honestas”, explicó Nastia, un artista de 26 años, quien participó en una concentración en el centro de Minsk.

Elena, una profesora de 41 años, dijo participar para que “cesen las torturas en prisión, para que todos los detenidos sean liberados”.

Al menos unas 6.700 detenciones y dos muertos dejaron hasta ahora las protestas, según datos oficiales.

Rusia denunció este jueves “intentos desde el extranjero para “dividir la sociedad y desestabilizar” a Bielorrusia, según la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajarova.

Esta semana, Estados Unidos y la Unión Europea denunciaron que las elecciones fueron fraudulentas y condenaron la represión. Los europeos analizan imponer sanciones a Minsk.

Votos robados

Miembros del personal médico se reunieron frente a sus instalaciones. Artistas de la Filarmónica de Minsk entonaron canciones patrióticas ante su edificio, sosteniendo letras que formaban la frase: “nuestras votos fueron robados“.

Según los medios de comunicación de la oposición y rusos, hubo acciones similares en numerosas ciudades del país, así como en fábricas.

Las manifestaciones estallaron en todo el país desde que el domingo se dio a conocer la victoria -por más de un 80% de los votos- del autócrata Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.

Los partidarios de la opositora Svetlana Tijanóvskaya reivindican la victoria de su candidata, quien, tras una campaña que suscitó un fervor nunca visto en la antigua república soviética, se declaró victoriosa, abandonó su país y se refugió en Lituania.

La policía, que utiliza granadas sónicas y balas de caucho contra los manifestantes, considera que las protestas se debilitan, aunque denuncia un nivel elevado “de agresividad contra las fuerzas del orden“. Un centenar de policías han sido heridos, de los cuales 28 están hospitalizados.

Las autoridades confirmaron el miércoles la muerte de un detenido, que se suma a la de otro manifestante el lunes. También reconocieron un incidente donde se disparó fuego real el martes, hiriendo a una persona.

En los últimos días, celebridades locales han multiplicado las críticas a las autoridades, como la cuatro veces campeona olímpica de biatlón, Daria Domracheva, quien en Instagram pidió a las fuerzas antidisturbios: ¡DETENGAN LA VIOLENCIA! No permitan que el horror continúe en las calles”.

Varios periodistas y presentadores de medios de comunicación estatales han renunciado.

La escritora y Premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexievich acusó el miércoles a Lukashenko de arrastrar a su país hacia la “guerra civil”.

55 detenidos en 10 m2

Militares y policías retirados o en activo también han denunciado anónimamente la represión, publicando videos donde tiran a la basura galones, uniformes e insignias de unidades.

Según testimonios, varias decenas de detenidos fueron liberados en la noche. Las autoridades no han informado cuántos manifestantes permanecen arrestados.

Tras tres días detenida, Kristina Vitushko contó en Facebook: “Estuve en una celda para cuatro de 10 m2. Había dos literas, una mesa, una letrina. Nos metieron a 55 ahí adentro, no nos alimentaron”.

Tijanóvskaya no se ha expresado desde el video del martes en el que anunció su salida del país, según sus seguidores presionada por las autoridades.

El jefe de Estado, de 65 años, nunca ha dejado afianzarse a la oposición, que carece de representación parlamentaria. La última ola de protestas, en 2010, también fue severamente reprimida.

Tijanóvskaya, de 37 años, novata en política, movilizó en pocas semanas a decenas de miles de personas. Ella reemplazó en la carrera presidencial a su marido Serguéi, un conocido videobloguero, arrestado en mayo.