18/Apr/2024
Editoriales

Bases para la Moralidad Moderna

Actualmente, varios de los problemas sociales más graves, al examinarlos a fondo, parece que podrí­an resolverse, simplemente, si aquella parte de la sociedad que los produce decidiera comportarse bien. Por señalar los dos más prevalentes, examinaré el del uso de las drogas alucinantes y el de la corrupción polí­tica: Ambos se reducirí­an mucho si la mayorí­a de quienes los practican estuvieran convencidos de que vale la pena renunciar a los goces que dan, en aras de lo que se ganarí­a. Obviamente, no existe ese convencimiento en los drogadictos ni entre los corruptos, por lo que hay que tratar de averiguar la causa de ello.

El consumo de drogas se entiende mejor visto en la perspectiva de "los de abajo": Aquellos a quienes la vida ha tratado mal, que les ha puesto obstáculos que les parecen insuperables, y no encuentran ninguna razón o propósito válidos para hacer los esfuerzos necesarios. Entonces recurren a las drogas, que les permiten "escaparse" de esas penalidades o de ese tedio. La corrupción polí­tica se entiende mejor en la perspectiva de "los de arriba": Si yo he comprobado en los duros hechos que mi actuar puede ser poderoso, por mi capacidad, mi "listeza" y mi voluntad, con lo cual logro muchas cosas que otros no podrí­an ¿Por qué no he de convertir ese poder de actuación en poder sobre las demás gentes, poder que puede proporcionarme el dinero fácil junto con la impunidad que permiten los "lazos" y "compromisos" polí­ticos?

En ambos casos hay un grave problema de miopí­a moral, pues en ambos se vuelve al comportamiento animal puramente instintivo de buscar siempre la gratificación inmediata de los sentidos, y olvidar la capacidad de la razón humana para diferir los goces en aras de resultados más sólidos y gratificantes a largo plazo. ¿Qué hacer para curar esas miopí­as? Pues predicar a los grandes y ensañar bien a los niños, dándoles a ambos una visión más amplia e histórica de lo que es el hombre, por ejemplo haciéndoles ver que, a lo largo de toda nuestra evolución e historia, la gratificación más alta que anhelamos es el prestigio social, es decir el respeto y admiración de nuestros compañeros de grupo o de comunidad, en razón de que nuestro comportamiento haya sido valiente, desinteresado o justo.

¿Qué se requiere en la actualidad, cuando los actos de cada humano se van a valorar cada vez más en el contexto del bien común de toda la humanidad? Pues, en primer lugar, que a cada ser humano reciba una buena educación, tanto en su familia como en la escuela, la cual le haya dado la perspectiva moral, y de conocimientos, necesaria para asimilar bien esta base de comportamiento ¿Cómo lograr esta buena y completa educación? Asegurando que cada niño que nazca tenga buena familia y buena escuela. Para ello, cada pareja que decida casarse debe comprometerse a traer al mundo sólo a aquel o aquellos hijos a quienes pueda garantizar, dentro de lo posible, esa buena educación. Claro que entonces, muchos hombres y mujeres decidirán mejor no formar familias, por no poderse comprometer a hacerlo bien.

¿Va esto en contra de las costumbres humanas? No tanto como se cree, por varias razones: En primer lugar durante las larguí­simas etapas de nivel cultural de cazadores y recolectores, la propia naturaleza era la que se encargaba de limitar el número de hijos que pudieran sobrevivir en cada grupo, por lo que los números permanecí­an estables por miles de años en todas partes donde ya no se pudiera emigrar hacia tierras todaví­a no ocupadas por humanos. En segundo lugar, cuando se desarrolló la agricultura y luego las civilizaciones, los números de humanos pudieron aumentar mucho, pero siempre llegaba la población a un punto tal que las enfermedades, las guerras o las hambrunas las limitaban. Y en tercer lugar, no estamos descubriendo nada nuevo en querer limitar el crecimiento humano, pues los Paí­ses del Primer Mundo (excepto EUA) ya prácticamente mantienen su población estable (y muy bien educada). Así­ que, procuremos, que cada niño que nazca se eduque bien, en una sociedad democrática y justa.

Atte.- JVG.- 20-04-16