Corea es el nombre de una península asiática, dividida ahora en dos naciones, que se organizó políticamente desde la mitad del siglo I antes de Cristo, cuando un jefe de los Ut-Su, tribu que vivía entre las montañas y el mar de Japón, fundó el reino de Korai, Kori o Kau-Le.
En el año 668 los chinos destruyeron el reino de Kori convirtiéndolo en provincia, pero al no poder dominar a una parte de la población que se refugió en las montañas, allí nació otro reino, el Po-Hay.
Fue hasta 904, cuando Wang Kong, fundador de la dinastía Koryo o Kori, recuperó la independencia, convirtiéndose de conquistado en conquistador, sometiendo a las demás poblaciones de la península; y de ahí deriva el nombre occidental de “Corea”.
Por cierto, el primer explorador que le llamó Corea, fue Marco Polo, a fines del siglo XIII. Algunas versiones dicen que fueron los portugueses quienes tomaron el nombre de Korea en el siglo XVI, como derivado de la dinastía Koryo que reinó del año 918 hasta 1392.
El nombre de esta dinastía puede traducirse como “Grande y Hermoso”, aunque otros dicen que es: “Alto y Claro”.
En 1597, Toyotomi Hideyoshi –líder militar japonés- acababa de reunificar a su país, con esa inercia y ya entrado en gastos conquistó Shohon con el pretexto de invadir China, pero esto hizo que todos los coreanos, incluyendo a los monjes budistas, se alistaran para combatirlo, por lo que Hideyoshi se conformó con llevarse algunos tesoros coreanos.
La división de las dos Coreas se realizó después de la segunda guerra mundial, el 15 de agosto de 1948, a raíz de la división creada por Estados Unidos y la URSS con el famoso Paralelo 38, quedando como capitales en Corea del Norte, Pyongyang; y en Corea sur, Seúl.
Entrambas naciones hay grandes diferencias en sus sistemas políticos y por ende, en sus desarrollos.
Un presidente tuvimos en México que se aventó la puntada de decir que él se ofrecía como mediador para la unificación de las dos Coreas, pensando tal vez, que eran enchiladas.