23/Apr/2024
Editoriales

Los Grandes Gobernadores de Nuevo León. Santiago Vidaurri, cuarta y última parte

Indiscutiblemente, Santiago Vidaurri es uno de los grandes gobernadores que Nuevo León ha tenido. El primer gobernador del México decimonónico que consiguió la estabilidad política a largo plazo; el más poderoso líder del noreste; el creador del Estado de Nuevo León y Coahuila; el que rompió con la Iglesia; el de triunfos electorales indiscutibles; el que trajo el auge económico al gobierno estatal acompañado de obra pública relevante como la alameda Mariano Escobedo, y de obra educativa como el Colegio Civil, y que con su talante político regionalista echado para adelante, colma su acreditación como uno de los más grandes gobernadores.

A Vidaurri nadie lo hizo gobernador, llegó a serlo por la vía larga: el riguroso escalafón. Durante años fue oficial de la Secretaría de Gobierno (una especie de subsecretario), luego fue Secretario de Gobierno por suficientes años hasta que, durante un vacío de poder real, tomó la gubernatura y se mantuvo en ella gracias al voto popular en tres distintas elecciones.

Fue destituido un par de ocasiones, una por orden de Ignacio Comonfort y otra por Benito Juárez, pero regresó al poder en ambos casos por votación popular. Hasta que, en un último intento democrático, cuando pretendió consultar al pueblo si prefería a Vidaurri o a la nacionalidad mexicana (la paz o la guerra contra los invasores), en ese momento fue abandonado por sus electores.

Vidaurri no fue un héroe de los que ofrendan su vida por la independencia de la patria o por las libertades humanas, pero ni sus detractores lo acusan de ser un traidor recurrente. Su rompimiento con el presidente Juárez le fue llevando a un duelo de esgrima en su interior enfrentando a sus sentimientos entre sí: no quería traicionar a su proyecto político ni a sus amigos que siempre lucharon con él, pero tampoco volver a enfrentar a la Federación, porque las circunstancias ya no eran las mismas de cuando peleó contra Comonfort; México sufría la invasión francesa.

 

Rechaza ayuda de EU para la República de la Sierra Madre, su sueño dorado

En los momentos decisivos que determinaron su itinerario político final, seguramente hizo un repaso de su trayectoria política y militar. La erección de la República de la Sierra Madre era su gran proyecto en torno del cual giraba su vida. Un sueño dorado que, aunque él dijera que no se trataba de un proyecto separatista sino de una figura transitoria mientras se solucionaban los problemas nacionales, de haberse concretado hubiera cercenado de nuevo el territorio nacional. Eso lo obnubilaba, pero es de justicia reconocer que rechazó el apoyo de Estados Unidos para concretarlo, ponderando a su espíritu nacionalista por encima de su sueño dorado.

Esto se prueba en un informe del Gobierno de Estados Unidos elaborado en 1856 donde consta que los norteamericanos le ofrecieron ayuda para concretar la independencia de la República de la Sierra Madre –su sueño dorado-, y Vidaurri no lo aceptó:

“Dicho señor (el cónsul general) me agrega de que esta informado por persona segura de que desde septiembre último (1855) se le ofreció al señor Vidaurri por el general Quitman que se le aseguraría la independencia de la República de la Sierra Madre con la condición de que se prestara el puerto de Tampico por el tiempo necesario para organizar en el una expedición en contra de la isla de Cuba. El señor Vidaurri desechó estas ofertas”.

Aunque de este mismo documento se desprende también que recibió ayuda de Estados Unidos, cuando en otro párrafo dice: “Puedo asegurar a usted que desde Nueva York se ha mandado hace poco tiempo al señor Vidaurri quinientos rifles y que desde el puerto de Nueva Orleans se han hecho otras remesas”.

 

El negocio de la captura de esclavos norteamericanos

Además, Santiago Vidaurri cometió algunos otros pecados –cuando menos de omisión- como el de participar, o permitir, la captura de esclavos fugados de Estados Unidos que buscaban refugio en México. Esto se deduce de una carta que Juan N. Seguín dirigió a Vidaurri desde San Antonio Texas, el 23 de marzo de 1859, en el que le informa una propuesta del asesor general del Gobernador de Texas:

“Me a ofrecido que pagarán a la persona o personas que le entregue uno ó más esclavos de los que se han refugiado en México una tercera parte del valor de dichos esclavos”. De este asunto no se conoce una respuesta afirmativa por parte de Vidaurri, por lo que es imposible acusarlo documentadamente de esclavista, pero tampoco se sabe de acción alguna condenando ese negocio, por lo que hay cierta culpabilidad de su parte.

Porque la violación de la Constitución Federal de 1857 es evidente: “ART. 2. En la República todos nacen libres. Los esclavos que pisen el territorio nacional recobran por ese solo hecho su libertad y tienen derecho á la protección de las leyes”.

 

Propone Vidaurri una negociación a Juárez como salida del conflicto

Otro punto a su favor es que Santiago Vidaurri, antes de iniciar su aventura que le llevó al despeñadero político, intentó negociar con el presidente Benito Juárez, quien estaba evidentemente molesto por los malos ratos que le hizo pasar Vidaurri en sus visitas a Monterrey para negociar los dineros de las aduanas federales instaladas en el territorio de Nuevo León y Coahuila.

Claro que planteó la negociación ya desposeído del gobierno de Nuevo León y Coahuila, cuando Juárez había deshecho ese estado. Pero no deja de ser significativo –más no justificante- que Santiago Vidaurri le haya propuesto el 24 de marzo de 1864 al presidente Juárez negociar la paz que “para evitar la infusión de sangre”... “se olvide lo ocurrido entre el gobierno general y el del estado”, es decir, pide amnistía para que los oficiales militares del estado de Nuevo León y Coahuila fueran libres de seguir en las armas o de retirarse.

A cambio de lo solicitado, Vidaurri ofreció separarse del gobierno “retirándome a la vida privada, siempre que no se me persiga ni se vuelva a hablar de mi, ni menos injuriarme”. Pero de acuerdo a su personalidad altiva, Vidaurri terminó diciendo que, si no hubiere resultado positivo a su propuesta de paz, “haré lo que me convenga”.

 

La negativa de Juárez y la reconfirmación de su proclama de 1864

Don Benito Juárez no era ningún blandengue, y aunque las negociaciones no le eran ajenas, tratándose de asuntos patrióticos era intransigente, no perdonaba a nadie ni olvidaba las ofensas. Más por este principio suyo que por el tono arrogante vidaurrista, Juárez sostuvo su proclamación de febrero de 1864, que declaraba traidor a Vidaurri. En consecuencia, éste huyó a Texas, y no regresó a Nuevo León sino hasta que vino a sumarse al imperio de Maximiliano mediante una nota que decía:

“Yo el infraescrito, declaro reconocer al emperador Maximiliano como legítimo Soberano de México y me someto a su autoridad... Salinas Victoria, a 4 de Septiembre de 1864. Santiago Vidaurri”. Ipso facto quedó a las órdenes del comandante invasor en Monterrey, Armand du Castagny, quien lo envió a México donde el Emperador le dio distintos cargos, hasta que, finalmente en el ocaso del imperio, lo hizo ministro de Hacienda y Regente.

Por el nivel intelectual de Vidaurri no se puede aceptar un desconocimiento de la trascendencia de sus actos, pues ser ministro de Hacienda y Regente del imperio usurpador de Maximiliano de Habsburgo, le hacía caer en el supuesto de la fracción V del artículo 1º de la ley de 25 de enero de 1862:

“Art. 1. Entre los delitos contra la independencia y seguridad de la nación se comprenden:
...
V. En caso de verificarse la invasión, contribuir de alguna manera á que en los puntos ocupados por el invasor se organice cualquiera simulacro de gobierno, dando su voto, concurriendo á juntas, formando actas, aceptando empleo ó comision, sea del invasor mismo ó de otras personas delegadas por éste”.

 

Consumatum est

Una vez caído el Imperio, en el periódico El Globo de la ciudad de México del 8 de junio de 1867 se leía: “D. Santiago Vidaurri. A las seis de la mañana de hoy ha sido descubierto en la casa donde se ocultaba... Había preferido como otros de los funcionarios culminantes del imperio, ocultarse a la autoridad, desperdiciando la ocasión que se les presentó al ser ocupada esta plaza por el ejército republicano para disfrutar de todos los términos y medios de defensa compatibles con la acción de la justicia.

El cuartel general, ha encontrado... en las disposiciones vigentes, un obstáculo que no le ha permitido retroceder ante la dura necesidad de un ejemplar severo, y en consecuencia el antiguo gobernador de Nuevo León y Coahuila será pasado por las armas esta tarde.

El deseo sin embargo de no pasar otra vez por la dolorosa prueba a que ha dado lugar este incidente, inspiró al general Díaz, según se nos dice, la idea de conceder un nuevo plazo para que se presenten los militares y funcionarios que sostuvieron la usurpación y aún permanecen ocultos...”

Vidaurri... “confesó su complicidad en las maquinaciones contra nuestra Independencia y su carácter de presidente del llamado consejo de ministros”.

Pidió un juicio, se le negó; pidió una entrevista con Juárez, se le negó; pidió ver a su hijo y se le negó; lloró por no poder verlo y pidió que le entregaran su sombrero. “Encargó al general citado, que de cinco onzas que tenía en su cartera, dos se entregaran al cura que lo confesó y lo asistiera en su última agonía, para que dijese misas por el alma de su esposa y la suya”.

“A las cuatro de la tarde de hoy (8 de julio) salió de la diputación (procesión), donde se hallaba detenido, y de allí se le condujo en coche, escoltado por el escuadrón de caballería al mando del general Carvajal, hasta la plazuela de Santo Domingo donde fue fusilado. Formó el cuadro el tercer batallón de Oaxaca, y la ejecución tuvo lugar a las cuatro y media. El general mencionado quedó encargado de recoger el cadáver, así como de sus funerales. El cadáver fue conducido al hospital municipal para la correspondiente autopsia”.

En el siglo XX y lo que va del XXI se han escrito varias obras como: Correspondencia particular de Vidaurri, de Santiago Roel Melo; Santiago Vidaurri, de Leticia Martínez Campos y otros; Santiago Vidaurri and the Southern Confederacy, de Rooney C. Tyler; Un epistolario, de Israel Cavazos; Linares, cruce de guerra, correspondencia de Guillermo Morales; Santiago Vidaurri, el noreste mexicano en vilo, de Artemio Benavides; Fulguración y disolvencia de Santiago Vidaurri, de Hugo Valdés; y otros títulos tanto en Nuevo León como en Coahuila, que abordan la vida de este gran gobernador de Nuevo León.

 

Fuentes:
Correspondencia particular de D. Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León: 1855-1864, Santiago Roel Melo. Archivo histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, expediente XI/481.3/5632, XI /48. México a través de los Siglos, tomo VI. Hemeroteca Nacional.