05/May/2024
Editoriales

El espejo versus el microscopio

La mitología griega contiene entre sus personajes destacados a Narciso, un joven guapo que por su engreimiento despreció a la ninfa Eco y le costó muy caro, pues se enamoró de su propia imagen que se reflejaba en el agua de un estanque, en donde murió ahogado. 

Es que el primer espejo que el hombre conoció fue el agua tranquila que reflejaba su figura cuando se acercaba a ella. 

Verse a sí mismo era una meta en casi todas las culturas originales, y fueron los egipcios quienes desde hace 4 mil años pulían metales para verse reflejados en ellos. Pero fue hasta 1835 cuando a Justus von Liebig se le ocurrió recubrir un vidrio con una capa de plata, inventando el espejo moderno. 

Cuando miramos un objeto, lo que vemos es la luz que refleja su superficie y, en la mayoría de los casos las superficies de los objetos se ven tersas, sin embargo, observadas en el microscopio aparecen rugosas. 

Si los espejos reflejan imágenes claras es debido a que tienen una superficie pulida. Así cuando la superficie de un espejo es curva, la claridad de la imagen se conserva pero su forma cambia: sobre una superficie curva, el ángulo entre los rayos luminosos que inciden y la perpendicular varía de un lugar a otro y la imagen se distorsiona. 

La superficie interna de una cuchara –digamos- es un espejo cóncavo, mientras que uno convexo es la parte externa de esa misma cuchara, y ambas superficies, cóncava y convexa, no reflejan imágenes reales, sino distorsionadas al no ser planas.

Impactó tanto el invento del espejo moderno, que los hermanos Grimm, en su cuento de Blanca Nieves, basaron toda la historia en el espejo que la reina mala consultaba preguntándole: espejito, espejito, dime ¿quién es la más bonita?

No hay que creerle siempre al espejo. Decía el maestro periodista Jorge Villegas que a los candidatos a cualquier puesto de elección popular no debe vérseles de lejos ni en un espejo, porque de esa forma siempre se reflejarán bien, que se les debe observar con microscopio, para que aparezcan sus fealdades…