27/Apr/2024
Editoriales

Carta a mi hija

 

Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado....

a disfrutar del amor,

a confiar en tu fuerza,

a enfrentar tus miedos,

a entusiasmarte con la vida,

a pedir ayuda cuando la necesites,

a permitir que te consuelen cuando sufres,

a tomar tus propias decisiones,

a ser amiga de ti misma,

a no tenerle miedo al ridículo,

a darte cuenta de que mereces ser querida,

a hablar a los demás amorosamente,

a decir o callar según tu conveniencia,

a quedarte con el crédito por tus logros,

a amar y cuidar la pequeña niña dentro de tí,

a superar la adicción a la aprobación de los demás,

a no absorber las responsabilidades de todos,

a ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia,

a no perseguir el aplauso sino tu satisfacción con lo hecho,

a dar porque quieres, nunca porque creas que es tu obligación,

a exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo,

a aceptar tus limitaciones y tu vulnerabilidad sin enojo,

a no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otros,

a decir que sí sólo cuando quieras y decir que no sin culpa,

a vivir en el presente y no tener expectativas,

a tomar más riesgos,

a aceptar el cambio y revisar tus creencias,

a trabajar para sanar tus heridas viejas y actuales,

a tratar y exigir ser tratada con respeto,

a llenar primero tu copa y, recién después, la de los demás,

a planear para el futuro pero no vivir en él,

a valorar tu intuición,

a celebrar las diferencias entre los sexos,

a desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo,

a hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades,

a aceptarte así como eres,

a no mirar atrás para ver quién te sigue,

a crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos,

a permitirte reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón,

a no idolatrar a nadie, y a mí.... menos que a nadie

Jorge Bucay