Editoriales

Hay pinturas de mantas que…

Hay pinturas de mantas que…

Álvaro Obregón fue un hombre agudo, siempre tenía respuesta ingeniosa a cualquier cuestionamiento.

En agosto de 1915, Álvaro Obregón entró victorioso con su ejército del noroeste a la ciudad de México.

Iban marchando rumbo al palacio nacional, y desde los balcones de las casas la gente aplaudía a los norteños uniformados color kaki y sombrero tejano.

Unas cuadras antes de llegar, estaba una manta con una efigie muy mal dibujada de Venustiano Carranza, y uno de sus subalternos alcanza al caballo de Obregón y le dice: _Qué mal pintado está el primer jefe, y Obregón le respondió: _“pero parece que quisiera hablar don Venustiano”.

El subalterno le comenta: _ pero mi general, ese dibujo de Carranza está muy mal hecho.

Y Obregón le responde:

_Parece que el primer jefe quiere hablar … para recordarle la madre al que lo pintó.