El ex ministro Arturo Zaldívar está en problemas porque una denuncia anónima fue presentada en su contra por tráfico de influencias, corrupción, extorsión, enriquecimiento ilícito, acoso sexual y laboral, cohecho y un montón de delitos más durante su gestión como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y no está solo, pues también acusan a cuatro altos mandos del Poder Judicial de la Federación y del gobierno federal que supuestamente presionaron a más de 70 jueces y magistrados para conseguir resoluciones favorables en 18 casos emblemáticos para el presidente López Obrador.
No sabemos en qué vayan a parar estas misas, pero de que Zaldívar está en aprietos, lo está. Este tema no es nuevo, me permitiré recordar un viejo cuento que habla de:
Un experto empresario esperaba hablar con el juez que fallaría en una demanda millonaria que había interpuesto contra una gran planta industrial, por daños y perjuicios.
Se abre la puerta y aparece el juez.
_Bien, hoy dictaré una sentencia. ¿si le fuera favorable cómo agradecería esa decisión?
_Señor, con el riesgo de que usted se moleste, yo le ofrecería la mitad de la cantidad autorizada
_¿He dicho yo que hoy dictaré una sentencia? Preguntó el juez como despertando de un sueño. Dios mío ¿qué me pasa? Lo que quería decir es que he fallado favorablemente a usted por la cantidad completa solicitada.
_¿Dije yo que daría la mitad? Dijo el empresario. Dios mío, lo que quise decir es muchas gracias.
Cuento de Ambrose Bierce, versión libre mía