07/May/2024
Editoriales

La democratización de la risa

La película El Súper Agente 86, es una nueva versión de aquella serie televisiva de los años setenta que nos desternillaba de risa por las titubeantes y contradictorias conversaciones de este personaje cuando presumía de su valor a la Agente 99. Carcajeábamos cuando Maxwell Smart gritaba a los pistoleros malvados de ‘Caos’ que se rindieran, pues estaban rodeados. La balacera continuaba, y Maxwell iba disminuyendo su amenaza buscando credibilidad hasta terminar diciendo en menos de un minuto: está bien, nos rendimos.

Elemento básico para arrancar las carcajadas del público era el uso del zapatófono, un novedoso aparato telefónico sin cable. Esos eran los dos elementos que utilizaba este héroe que enamoraba a su compañera de aventuras, la mencionada Agente 99. Sin embargo, nos hacía reír porque sus actuaciones parecían espontáneas y no aspiraba más que a eso, a sacarnos una carcajada, que no era poca cosa

Asombra ver cuántas cosas se han modernizado en medio siglo. Sería ocioso tratar siquiera de enumerarlas, pues la actual realidad eran las ocurrencias del pasado. Aunque también puede decirse al revés: las ocurrencias actuales son anteriores a la realidad pasada.  

Comparemos las comicidades antigua y actual. Hoy día también escuchamos declaraciones titubeantes y contradictorias, sea para asegurar la disminución del precio de las gasolinas, o para suspender la construcción de un aeropuerto, o para rifar un avión, o justificar un accidente del Metro. Acaso en donde hemos perdido terreno es en los teléfonos inalámbricos o celulares actuales contra el prescindible zapatófono que sólo nos hacía reír, porque los actuales son adictivos.

Pero debemos reconocer la actual democratización de la risa. Antes el público reía provocado por un actor y no tenía ninguna intervención. Ahora el actor sigue provocando la risa, pero el público participa explicando el fondo de la comedia. Los llamado Memes son la traducción de los chistes del actor, y muchas veces lo superan en comicidad porque son más pensados, mientras el actor siempre está improvisando. La diferencia mayor es que hasta ahora el actor no ha dicho la esperada frase: nos rendimos