20/Apr/2024
Editoriales

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”

Este añejo proverbio español se le atribuye al cardenal de Retz, quien vivió de 1613 a 1679. Este honorable señor buscaba justificar su actitud rebelde frente a la conducta de Ana de Austria y el cardenal Mazarino. Hubiere tenido o no la razón, el cardenal de Retz dejó esta frase esculpida para la eternidad, pues se trata de una verdad de a libra, ya que la autoridad moral puede suplir a la autoridad oficial en cualquier momento.

Si la autoridad oficial muestra que es sinvergüenza, nadie la respetará, en cambio, la persona que tiene fama de ser bien portada, puede asumir el poder sin necesidad de emanar de un proceso formal. Nada sería más complicado hoy día, que enfrentar una causa de esa índole cuyas consecuencias no tienen parangón histórico.