29/Apr/2024
Editoriales

La guerra permanente entre chiítas y suníes

La guerra de Rusia contra Ucrania opaca las otras guerras que tienen largo tiempo de existencia por lo que ya no son noticia.

Pero de que existen no hay la menor duda; tal es el caso de la lucha ancestral entre chiítas y suníes, quienes pelean aún la sucesión de Mahoma, desde el año de 632.

Ciertamente desde el inicio del Islam -que significa sumisión en árabe- estuvo dividido hasta que en el año 610 surgió un gran líder en la Meca de nombre Mahoma, con edad de 40 años y comerciante de profesión.  

Mahoma inició su liderazgo religioso predicando la revelación de que hay un dios -Alá- y para honrarlo abandonó su oficio yéndose con sus primeros discípulos a formar la corriente político-religiosa Muslim ‘los que se someten’, pero fueron expulsados de La Meca y perseguidos.

El grupo se refugió en Medina, y allí Mahoma reunió a más gente para, en el año 630, tomar por la fuerza su Ciudad natal.

Esa toma de La Meca fue la piedra angular para que el movimiento creciera hasta llegar a conquistar la mayor parte de la península arábiga, y se reconociera a Mahoma como el último y el más grande de una línea que iba de Jesús, el rey David hasta Abraham, Moisés y Adán.

En el año 632 Mahoma enfermó y murió, pero como no dejó instrucciones claras de qué hacer en ese caso, empezó una lucha entre quienes eran sus seguidores cercanos que seguían el ejemplo de Mahoma (sunna, de donde surge ‘suní’) cuyo candidato era el suegro del profeta, Abu Bakr.

Sin embargo, la familia directa de Mahoma decía que el sucesor debía llevar la misma sangre del profeta, y como no había un hijo varón, proponían a Alí, su primo hermano y esposo de Fátima, la hija del profeta. 

Es decir que estos últimos (shi’hat Alí, de donde sale el nombre de chiíta) se oponían a que el sucesor fuera el suegro del profeta y proponían a su primo hermano y yerno.

Para tomar una decisión al respecto, se convocó a una reunión secreta en Medina, y desde luego, no se invitó a ninguno de los dos aspirantes. 

Pero Abu Bakr se enteró y asistió pronunciando tremendo discurso que caló hondo entre los oyentes, al grado de que de ahí salió convertido en el Primer Califa, término que en la lengua árabe significa Sucesor.

La historia es larga y requiere de mucho más espacio, porque Alí llegó a ser el Cuarto Califa, pero fue asesinado en el año 661.

Luego su hijo Husein continuó luchando contra el califa gobernante suní hasta que 19 años después, en 680, fueron masacrados él y sus seguidores en la batalla de Karbala junto al épico Río Éufrates, en lo que ahora es el centro de Iraq. 

Esta muerte (la de de Husein) es el fondo de una leyenda chiíta, que lo considera un mártir inocente sacrificado por una causa justa. 

Esta leyenda es el principal obstáculo para que haya paz entre chiítas y suníes. 

Es más fácil que haya paz entre Rusia y Ucrania que entre estas dos comunidades árabes, pues interpretan de manera diferente la historia sagrada del Islam. 

La guerra siempre está presente en Arabia aunque los hechos de armas ya no sean noticia, pues se consideran ‘normales’.