19/Apr/2024
Editoriales

El Covid 19 ¿Una guerra biológica?

Son demasiadas las versiones del posible origen de la Pandemia de Covid 19. Las hipótesis van desde que: ese virus fue creado en un laboratorio para que derrotar económicamente a Estados Unidos, hasta que es un plan para acabar con la humanidad, y sobrevivan unos cuantos elegidos. Entre estas dos tesis hay cientos de variables, y todas dicen que esta pandemia es parte de una guerra biológica.

Lo cierto es que en Nuevo León todos los días mueren más de 30 personas, y eso es algo temible. Pareciera que nos llevan a la mentada inmunidad de rebaño, escenario en donde el virus deja de reproducirse ante la escasez de personas sanas y una abundancia de las inmunes por haber sido ya contagiadas. 

Subyace la idea de que estamos en medio de una guerra química o bacteriológica, pues los países orientales de donde viene el maligno virus están exentos de él y se reorganizan económicamente para asumir el liderazgo económico, mientras en Occidente los contagiados caen cual moscas en la miel. 

Las guerras biológicas comenzaron al mismo tiempo que las guerras, al envenenar los alimentos y agua del enemigo. En la del Peloponeso -cinco siglos antes de Cristo-, los espartanos ponían incendiaban una mezcla de madera, brea y azufre para que el humo incapacitara a los defensores. En todas las guerras se considera legítimo esparcir entre el enemigo elementos que provoquen la muerte masiva. La Conferencia de Paz de La Haya en 1899 prohibió los proyectiles con gas asfixiante. En la Primera Guerra mundial, los alemanes -en abril de 1915-, provocaron una nube de cloro presurizado que se deslizó rumbo a las líneas aliadas en Ypres, matando por asfixia con cloro a los defensores. 

En Ginebra 1925, la Sociedad de Naciones condenó el uso de armas bacteriológicas y químicas, pero fueron utilizadas por los italianos en Abisinia, y por los japoneses contra los chinos. En 1943 los norteamericanos cargaron de gas mostaza un barco - el SS John Harvey- para utilizarse contra los nazis, pero fue hundido en el puerto de Bari, por un bombardero Ju 88, muriendo toda la tripulación. En octubre de 2002 los rusos utilizaron agentes químicos contra los chechenos, y en 2007 al-Qaeda, bombas de cloro en Irak. Estos ejemplos “sostienen” la tesis de que somos un daño colateral de una guerra biológica provocada por la guerra económica entre Occidente y Oriente. Y esa especulación es la menos audaz de las que circulan, pues hay demasiada intranquilidad al no saber el origen de la pandemia, pues suena imposible que, si vino de Wuhan, China no se haya contagiado y sí Estados Unidos y todo el mundo occidental.