05/May/2024
Editoriales

El siglo de Echeverría… y la locura

 

La muerte del presidente más longevo de la historia, Luis Echeverría Álvarez (cien años y medio de edad), desató cualquier cantidad de comentarios, sobresaliendo los negativos. Y más en Nuevo León, pues su enfrentamiento con el ex gobernador Alfonso Martínez Domínguez por la autoría de la matanza del Jueves de Corpus -10 de junio de 1971- le deja mal parado, porque AMD es uno de nuestros grandes gobernadores.

 Además, el crimen de don Eugenio Garza Sada fue durante su gobierno. Asistió al sepelio, sólo para ser zarandeado verbalmente por Ricardo Margáin Zozaya, orador fúnebre de los deudos; sin embargo, LEA aguantó callado. Salió a combatir, y abatió en la llamada Guerra Sucia a los guerrilleros Vázquez y Cabañas, así como a muchos jóvenes que se organizaron en guerrillas a raíz de la matanza Tlatelolco-1968 cuando gobernaba Gustavo Díaz Ordaz, pero que Echeverría era el titular de la Secretaría de Gobernación.

 Su vida política tuvo momentos álgidos y grandes enfrentamientos: con la Iniciativa Privada -encapuchados de Chipinque-, con los jóvenes -prohibición del Rock and Roll-, con la prensa -asalto a Excelsior 1976-, con la comunidad judía -sionismo-, y con Estados Unidos, por apoyar los regímenes comunistas de Cuba y Chile.  

 Echeverría formó una generación de jóvenes políticos, apoyó las causas de la mujer y de las clases más necesitadas, creando instituciones como el Infonavit; promovió el empleo construyendo obras públicas sin maquinaria. Pero sumió al país en su primera crisis económica moderna devaluando el peso frente al dólar y multiplicando la deuda externa.

 Ya de anciano fue juzgado en el sexenio de Vicente Fox y condenado por las matanzas a la prisión domiciliaria, pero sólo por un mes, porque sus abogados demostraron que los delitos habían prescrito. Esto a pesar de que cualquier hombre  juzgado con todo el rigor de la ley merece ser condenado a la horca cuando menos dos veces.

 LEA -guardando proporciones- me recuerda a Douglas MacArthur quien asumió el mando de las fuerzas Estadounidenses en las Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial. Un asistente le llevó un Diario con los métodos que habían dado resultados a sus antecesores. MacArthur preguntó al asistente cuantas copias había de aquel Diario.

_Seis, contestó el asistente.

 _Bien -dijo el General-, tome esas seis copias y… ¡Quémelas todas!.

“No voy a atarme a los antecedentes. Cuando aparezca un problema, tomaré la decisión en ese momento y de inmediato”.

 Después, MacArthur recibió en el acorazado “Missouri” el 2 de septiembre de 1945 la rendición del Japón y quedó como administrador de ese País por encargo de la ONU. Ya retirado en 1961 regresó a Filipinas de visita y fue recibido triunfalmente por la población.

 Desde luego que Echeverría, nunca tuvo reconocimientos más allá de los protocolarios, pero así como MacArthur tampoco siguió las fórmulas tradicionales. Ahora que LEA murió, empezaremos un nuevo siglo en las elecciones de 2024 con un nuevo caudillo que pareciera darle la razón a los italianos quienes dicen que el primer paso a la locura consiste en creerse sabio, el segundo en proclamarlo y el tercero en despreciar consejos.