La manifestación de 100,000 personas que se celebró en Buenos Aires el 24 de marzo para conmemorar el 40 aniversario del golpe de Estado militar de 1976 y el genocidio que le siguió, fue algo sin precedentes tanto por el número de personas como por el tono político.
Los manifestantes, y las pancartas y mantas que llevaban portaban un mensaje drástico. En los primeros 100 días de su gobierno, el Presidente Mauricio Macri ha impuesto las mismas políticas inhumanas que la junta militar del golpe de Estado de 1976-1983 y su odiado ministro de Finanzas entrenado en Londres, Martínez de Hoz: despidos masivos, represión en contra de los trabajadores y una política económica neoliberal en donde lo peor está por venir. Es más, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama acaba de viajar a Buenos Aires para darle personalmente su bendición a estas políticas. "Macri vos sos la dictadura" gritaban los manifestantes con pancartas de "Macri vete a casa" junto a las que denunciaban a Obama. También se podían ver modelos de buitres con pancartas que decían "No somos carroña".
Observadores informan que la manifestación que serpenteó por las calles de la ciudad hasta la Plaza de Mayo, contó con enormes contingentes de jóvenes. Otra cosa que también distinguió a la manifestación fue que, justo atrás de los grupos de derechos humanos que normalmente la encabezan, iban contingentes representativos de todas las federaciones sindicales más importantes así como también de sindicatos individuales, con lo que marcaban la consigna de que "los trabajadores son la nación".
Un artículo del 25 de marzo en el periódico Página 12 destaca que los manifestantes eran la población que Macri sataniza y considera invisibles, los pobres, los hambrientos, los trabajadores despedidos del sector estatal, así como los "descamisados" que se congregaron en torno al general Juan Domingo Perón en los 1940 y 1950 porque él defendía sus derechos. O, dice el periódico, "la grasa" también asistió, en referencia a los comentarios del ministro de Finanzas Alfonso Prat-Gay, de que con el despido de decenas de miles de trabajadores estatales, el gobierno simplemente se estaba deshaciendo de la "grasa militantes", la fuerza laboral, alegando que muchos trabajadores fueron contratados por el Estado como pagos políticos por su apoyo militante al gobierno de Kirchner. La ex Presidente Cristina Fernández luchó por mejorar las condiciones de vida de estos sectores de la sociedad, ahora ignorados por lo que Página 12 califica de "esta nueva sociedad argentina prefabricada de blancos y rubios".