29/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Febrero 9 de 1913: inicia la Decena Trágica en la Capital de la República, con actos de violencia que cuestan las vidas del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Ese día llegaron a la Ciudad de México jóvenes de la escuela militar de San Fernando, y artilleros del 2º regimiento de Tacubaya, reclamando frente a la prisión de Santiago, la liberación del ex gobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes y, después de liberarlo, incendiaron la prisión muriendo una parte de los reos.

Los sublevados, con Mondragón y Reyes a la cabeza, marcharon a la Penitenciaría, y liberaron a Félix Díaz, sobrino del depuesto dictador Porfirio Díaz.

Ante esto, el Intendente del Palacio Nacional, capitán Adolfo Bassó Méndez, se comunicó con el ministro de Guerra, general Ángel García Peña y con el comandante militar de la Plaza, general Lauro Villar, para organizar la defensa; para las 7:20 horas ya estaba preparada la defensa del Palacio Nacional.

El general Reyes confiaba en que Villar lo apoyaría, por haber sido su subalterno, pero al acercarse al PN los sublevados, fueron recibidos con nutrido fuego de fusilería. En los primeros momentos de la batalla, perecieron el general Bernardo Reyes por los sublevados, y el coronel Morelos por los defensores. Además fueron heridos los generales García Peña, y Villar, por lo que la defensa quedó en manos del general José María de la Vega.

Ante esto, los sublevados que ocupaban la Catedral depusieron las armas, pero Félix Díaz y Mondragón, tomaron el rumbo de la Ciudadela, y unos 400 civiles murieron entre el fuego cruzado.

Al enterarse, Madero salió a caballo del Castillo de Chapultepec, escoltado por alumnos del Colegio Militar, sus hermanos Ernesto y Gustavo así como de Manuel Bonilla, ministro de Comunicaciones, rumbo a Palacio Nacional. Iban por la Avenida Juárez cuando a la altura del Teatro Nacional, sus adversarios les dispararon.

Hubo algunos heridos pero de inmediato los atacantes se dispersaron y la comitiva presidencial continuó su marcha por la Avenida de San Francisco llegando a Palacio Nacional, donde se les unieron los Secretarios de Estado. 

Sin embargo, como Lauro Villar estaba herido, Madero lo remplazó por Victoriano Huerta, desoyendo a Villar quien advirtió al futuro mártir: “Mucho cuidado con Victoriano, ten mucho cuidado”

Para reforzar la seguridad del Ejecutivo se llamó al general Vasconcelos, a Blanquet de Toluca (que finalmente lo traicionaría), a Medina Barrón, al 30 Batallón de Teotihuacan, a los voluntarios del Estado de Puebla del Coronel Ocaranza y por último, a Rubio Navarrete.

El Presidente salió a las 2 de la tarde a Cuernavaca y regresó al día siguiente (lunes diez) con el general Ángeles, Gobernador de Morelos. Hubo una Junta de Guerra entre Cauz, San Ginés, Delgado, Ángeles, Mass, el coronel Castillo y Victoriano Huerta, decidiéndose el plan de combate. Ese día no hubo telégrafo, ni prensa, y se cerraron los comercios.

El martes 11 se inició el bombardeo contra la Ciudadela, el ataque del Ejército era encabezado por Victoriano Huerta. 

Por su parte, el embajador Henry Lane Wilson escribió al presidente norteamericano que era necesaria una intervención, militar o política.

El miércoles 12 se reiniciaron los combates. Los alzados desde la ciudadela bombardeaban a la prisión de Belén, los reos escaparon y se unieron al bando de los rebeldes. Los embajadores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, buscaron al presidente para que estableciera una zona neutral; y el embajador norteamericano Wilson amagó al presidente Madero con un desembarco estadounidense.

Jueves 13.- Se recrudeció la lucha en la Ciudadela. Llegaron de Veracruz refuerzos a Madero, y la gente empezaba a calcinar cadáveres en las calles para contener una posible epidemia. 

Viernes 14. Los rebeldes hicieron blanco en varios edificios públicos y una bomba cayó en la puerta de Palacio Nacional; los tiros del Ejército mataron civiles, granjeándose repudio popular. Además, el ministro Lascuráin se reunió con un grupo de Senadores, que acordaron pedir la renuncia a Madero, quien autorizó a León de la Barra a negociar la paz con los alzados, y se llegó a un armisticio.

Sábado 15.- Madero rechazó a los senadores que le pidieron su renuncia, y recibió a los diplomáticos a los que les aseguró que “morirá antes de dejar la presidencia”.

Domingo 16.- ante la noticia de un armisticio los civiles salieron a abastecerse de alimentos, sin embargo los alzados cambiaron los términos de un provisional acuerdo que habían tenido, exigiendo la renuncia de Madero. Reiniciaron las hostilidades muriendo cerca de 300 civiles sorprendidos en las calles. Ante semejantes atrocidades, Gustavo A. Madero detuvo a Huerta, pero el Presidente lo liberó, creyendo en la palabra de Victoriano, quien adujo que todo era producto de los errores de la tropa. 

Lunes 17.- Se reducen los enfrentamientos. Huerta es sorprendido permitiendo el abastecimiento a los sitiados en la Ciudadela, y Madero le exigió que resolviera la situación en 24 horas.

Martes 18.- Se celebró el Pacto de la Embajada entre Félix Díaz y Huerta con la aprobación del embajador Henry Lane Wilson, acordando que Huerta sería presidente interino y Félix Díaz, candidato.

El presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez fueron aprehendidos por Blanquet -a quien creían leal- y aprehendieron a Gustavo A. Madero en el restaurante Gambrinus.

Miércoles 19.- Madero y Pino Suárez fueron obligados a renunciar, a cambio de permitirles salir al exilio. Así Huerta asumió la presidencia, y tres días después asesinaron a los dos mártires. 

Huerta entregó al detenido Gustavo A. Madero a una turba de soldados ebrios, que lo lincharon, y ya muerto mutilaron su cadáver.

Al término de la Decena Trágica, Venustiano Carranza desconoció al Usurpador Victoriano Huerta el 19 de Febrero de 1913. 

Y no fue sino hasta 1917 cuando una nueva Constitución permitió que el país volviera al estado de derecho, y 15 años después, con la muerte de Álvaro Obregón, se inició la sana costumbre de alternar a nuestros gobernantes pacíficamente. Nuestra patria depende del hilo llamado Sucesión Presidencial legal y pacífica; esperemos que nunca se vuelva a romper, so pena de que regrese el efecto de la Decena Trágica.

La decena trágica, fascículos de la Sedena visible en www.sedena.gob.mx/pdf/momentos/fasciculo_5.pdf -     Similares

Madero, apóstol de la Democracia mexicana. Stanley R. Ross, Grijalbo

De Díaz a Madero, Friedrich Katz, Era