Junio 19 de 1835: El general López de Santa Anna preside una junta política convocada para deliberar acerca del carácter del próximo Congreso. Están presentes además del veracruzano, los diputados Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Mariano Michelena, y José Ignacio Anzorena, y los senadores José Fernando Ramírez, Ramón Pacheco, y Luis Gonzaga Gordoa.

  Asimismo, estuvieron opinando los destacados intelectuales Lucas Alamán, José María Bocanegra y Manuel Díez Bonilla. A finales de mayo se había publicado un decreto mediante el cual se establecía que el nombre de Antonio López de Santa Anna se inscribiera en el salón de sesiones del Congreso, y además se le declaró Benemérito de la Patria. El ayuntamiento de la ciudad de México se pronunció por un cambio en el sistema de gobierno, y el gobierno del estado de México proclamó el centralismo.

  Las condiciones políticas estaban dadas para el gran golpe santanista: cambiar de régimen al país para convertirlo en una nación centralista. El 21 de junio se celebró en Catedral un Té Deum, y al salir Santa Anna se dispararon salvas de artillería y por la noche hubo fuegos artificiales. No importaba que en Texas hubiera pronunciamientos a favor de la Constitución Federal, ni que en Yucatán se exigiera respetar el federalismo. El día 23 siguiente se organizó una corrida de toros y alrededor de las 10 de la noche inició en el Palacio Nacional “el más brillante baile que se recuerde haber visto en México”, con 600 invitados.

  Santa Anna, muy a su estilo, salió de la capital el 3 de julio rumbo a su hacienda en Veracruz, para dar a entender que él no influía en las decisiones. Para el 14 de septiembre, la comisión legislativa formada ex profeso para este tema se declaró abiertamente a favor del centralismo. La suerte estaba echada, se separarían Texas y Yucatán, comenzando la pesadilla mayor que hemos tenido los mexicanos, que culmina con la invasión norteamericana.