Aunque "Estado" se define como "el conjunto de población, territorio y gobierno de un país o nación", autores tales como el húngaro Anthony de Jasay, enfatizan que la más importante característica de cada Estado es la de "ser capaz de producir una ideología que pueda unir a todos sus integrantes en un propósito común". Creo que esta función básica del Estado es la que actualmente está en plena crisis en todo el mundo y, por tanto, también aquí en México.
Podemos ver a esta crisis en efervescencia hasta en el Primer Mundo: Nuestros vecinos del norte sienten que han perdido su rumbo y su "grandeza" y tratan de recuperarla, algunos analizando con calma y profundidad la crisis actual de un mundo en avances tecnológicos desbocados, pero una minoría "encandilada" con las propuestas simplonas y populistas de Donald Trump. En Europa Occidental, el país cuna de la democracia moderna, la Gran Bretaña, se siente incómoda en una Unión Europea con su mucha burocracia y su poca ideología digna de consideración. En el Segundo Mundo, Rusia y China adoptaron la economía de mercado, pero conservaron el autoritarismo. El Mundo Islámico siempre ha tenido como ideología el mandato coránico de que la política y la religión sean la misma cosa, así que no saben cómo transitar el camino de separarlas, que a Europa Occidental le tomó 500 años recorrerlo: Sólo Turquía lo había intentado, pero ahora entró en una nueva crisis, aunque en una etapa mucho más adelantada que el resto.
En México, la nueva ideología que ha pugnado por irse formando a partir de nuestra incipiente democratización, se ha basado, naturalmente, en la esperanza de que ese camino nos llevaría hacia lograr un mejor nivel de vida y de educación, bajo un estado de derecho, pero hay varias duras realidades que han hecho que ese camino haya sido mucho más difícil, lento y accidentado de lo esperado ¿Cuáles son esas duras realidades?
La primera y más básica de todas ha sido la falta de seguridad pública y, por tanto, de un estado de derecho funcional y justo. Este fracaso del orden público ha sido causado por dos componentes, una nueva y la otra vieja. La nueva ha sido el aumento canceroso del crimen organizado, alimentado malignamente por el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos. La vieja es la tradicional corrupción impune de muchos de nuestros gobernantes y de de los aún más numerosos empresarios paniaguados.
La segunda realidad ha consistido en una carencia: Una falta de líderes que hayan tenido el valor de comprometerse y lanzarse a reformar a fondo nuestro sistema socio-político, sin amilanarse por las malas consecuencias que pudieran haber tenido, para ellos en particular, esas acciones. El pueblo mexicano necesita líderes que se guíen únicamente por la búsqueda del bien común, y recientemente ha demostrado en las urnas que dará su apoyo incondicional a quien tenga e temple, los tamaños y el firme propósito de llevarlo a cabo.
Así que para salir de esta crisis de falta de confianza de unos mexicanos por otros, necesitamos encarar a fondo las causas de la falta de seguridad, y luego corregir lo siguiente: A) Mejorar en calidad y cantidad nuestra procuración e impartición de justicia; B) Estar en posición de negociar cara a cara con nuestros vecinos del norte problemas tales como el tráfico de drogas y la migración ilegal; y C) Erradicar la corrupción impune. ¿Qué necesitamos para lograr estas tres cosas? Líderes valientes y dedicados que se ganen el apoyo incondicional del pueblo ¿Quién se apunta?
Atte.- JVG.- 20-07-16