05/May/2024
Editoriales

Arte y Figura 08 03 24

Continuamos con el Libro “La Tauromaquia en México” por Antonio Navarrete.

 Plaza de Toros de San Pablo

 

Tomando diversos canales, entre ellos los de La Viga y Santa Anita, era posible trasladarse en chinampa, remando, desde Xochimilco hasta las inmediaciones de la Catedral, en el centro mismo de la gran ciudad. Aquellos que se dedicaban al oficio de transportar gente por las vías lacustres de México se conocían como trajineros.

  Pues bien, a la entrada del Paseo de la Viga se encontraba la plazuela de San Pablo, donde desde la época colonial se improvisaba un ruedo para correr toros. Ahí se había organizado una temporada para juntar dinero a favor de las tropas realistas, durante la guerra de Independencia.

 Ahí mismo, en 1833, el México independiente decide construir una plaza de toros fabricada de madera, mayor que todas las anteriores que hubiera habido en la capital y con “las comodidades que han carecido las demás dedicadas a esta especie de diversión”. Aquí se recrea la monumental función organizada para inaugurarla, donde la nueva raza mexicana, mitad española, mitad indígena, decide aceptar las tradiciones y expresiones culturales que la historia le otorga, para engrandecerlas y ennoblecerlas al paso del tiempo.

 

El Barroco Mexicano

 

En Arquitectura, el barroco traído de la Península de la Nueva España produjo múltiples y poderosos ecos, nuevas interpretaciones cuando la mano de obra indígena fue la encargada de realizarlo.

 Así nace el arte colonial mexicano y queda para la historia. En el toreo, arte efímero, sucede lo mismo. Surge un barroco que se acentúa a tal extremo en el México independiente, que empieza a hablarse de una diferencia entre el toreo a la española y a la mexicana.

 En vez del toro parchado, hay toros adornados, con garapullos que son canastas llenas de flores de Xochimilco, y en el testuz del toro una rosa del Tepeyac. El toreo, eminentemente hispano, adquiere en América nuevos matices durante su formidable evolución y queda, también, para la historia.

 

Continuará… Olé y hasta la próxima.