14/Oct/2024
Editoriales

Arte y Figura 29 02 24

Continuamos con Libro “La Tauromaquia en México” por Antonio Navarrete.

Hidalgo, ganadero y gran aficionado

 

La historia continúa su inevitable evolución. En la Nueva España, principalmente en su región central, hay mucha gente que estudia y toma apasionado partido por las nuevas tendencias del pensamiento y la política. Entre ellos, hay un clérigo letrado latinista, que, no obstante su condición de religioso se adelanta a su tiempo de manera asombrosa y toma actitudes liberales, una corriente innovadora y poderosa que traería el nuevo siglo. Es industrioso, emprendedor y entusiasta. Gran admirador de la ilustración francesa. Pero no por eso menos imbuido de la tradición y la cultura hispánicas. En sus haciendas de Jaripeo, Santa Rosa y San Nicolás, en el actual estado de Michoacán, cría toros bravos que son lidiados en las plazas de la región. Aquí, con los empresarios probablemente de Acámbaro, donde lidiaba muy a menudo, llega para apartar una corrida. Pero todas sus actividades, scon ser muchas y muy variadas, no le impedían ir madurando su proyecto fundamental: la Independencia de su gran país, México.

 

El Caballito

 

A principios del siglo XIX, destacado en la historia junto a los que haya habido, el Virrey decide complacer al Rey Don Carlos IV con una estatua ecuestre. Su realización se encarga nada menos que a Don Manuel Tolsá, arquitecto y escultor, el llamado Fidias valenciano.

 La monumental escultura, perfectamente vaciada en bronce, es colocada en la Plaza Mayor de la muy Noble y Leal Ciudad de México, frente a la Catedral, que sustituyó en su tiempo al gran Teocali de la religión indígena.

 En la Plaza Mayor, igual que en otras de menor importancia, se corren toros. Pero desde ahora, un rey de España será espectador de excepción, el único aficionado que, sin abandonar su montura, según le plazca puede considerarse en barrera o en el ruedo.

 A partir de entonces, este monumento tan agraciado es conocido por los habitantes de la ciudad como El Caballito. En el futuro la única queja que podrá formular la egregia figura del rey plasmada en bronce es que ha sido trasladada a algunos otros sitios, donde no ha habido más corridas de toros en que participar.

 

   Continuará… Olé y hasta la próxima.