La semana pasada tres de los más prominentes funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto describieron sin ningún rubor o pena, lo que va a ser el detonante de un proceso de hiperinflación en México similar o peor al de los años 80s durante el gobierno de Miguel de la Madrid. El primero fue el secretario de gobernación Miguel íngel Osorio Chong quien admitió que "en febrero habrá otro gasolinazo" cuando en los primeros días de ese mes la gasolina se "ajuste" en función del aumento de los precios del petróleo y de la devaluación del peso que ya pasa los 22.10 por dólar.
La Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineras (AMAGAS), calcula que el aumento será de un peso con 20 centavos. Después de la mitad del mes de febrero vendrá la "liberalización " de los precios de la gasolina y a partir de ese momento no habrá un solo precios del combustible sino diferentes en cada región del país y serán "oscilantes".
Ese panorama ya de por si indica un proceso inflacionario. Sin embargo lo más grave no es eso sino lo que han revelado José Antonio González, director de Pemex y pedro Joaquín Codwell secretario de energía. Los dos funcionarios dijeron que existen serias limitaciones de infraestructura de almacenaje, trasporte y distribución de gasolina. Que hace 13 años que no se construye ningún ducto o tanque de almacenaje y que por esa razón solo existen reservas de gasolina "para tres días máximo".
Además, revelo González, a pesar de que desde abril la SENER autorizo 422 permisos de importaciones de gasolina "no hay nadie importando gasolina" porque, debido a esas limitaciones de infraestructura y logística "no es rentable" hacerlo. O sea, la gasolina que debería estar entrando al país para sustituir a la que Pemex ha dejado de producir y a una demanda mayor no puede hacerlo por incapacidad logística. Por lo tanto, se recurre a los "ferro tanques" que cuenta "14 veces más caros" como trasporte que los ductos. Por lo mismo, los "inversionistas" no quieren iniciar la construcción de ningún proyecto de infraestructura o de gasolineras porque no pueden empezar a ganar importando gasolina y para que sea costeable una operación así necesitan un precio más alto.
Así que, presionada por la devaluación constante del peso fruto del estancamiento económico del país y d ela decisión de Donald Trump de desmantelar el TLC; más el alza de precios del petróleo en el mercado internacional; más la incapacidad o "cuello de botella" de la infraestructura del país para absorber las importaciones de gasolina mientras la producción nacional se sigue desplomando y, finalmente, el chantaje de los "inversionistas" que "no quieren meterle dinero al negocio" hasta que la gasolina este más cara, los combustibles se irán por los cielos de los 30 o 40 pesos por litro y con ellas todo lo demás, como ya empezó a ocurrir con la tortilla, la carne, la papa etc.