Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y sin mayor preámbulo le dijo:
_Maestro, quiero contarte cómo un amigo estuvo hablando muy mal de ti...
Sócrates lo interrumpió diciéndole:
_Tranquilo, antes dime si lo que me vas a decir ya lo hiciste pasar a través de las tres bardas.
_ ¿Cómo? ¿Cuáles son las tres bardas?
_Sí, reiteró Sócrates. La primera es la verdad.
¿Ya revisaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es totalmente verdad en todos sus aspectos?
_Bueno, en realidad no me consta, pues no lo escuché, pero me lo dijo un amigo que es de fiar...
_ Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda barda, que es la bondad.
_ ¿Me preguntas que si eso que dijo de ti es bueno?
_Realmente no es bueno, sino todo lo contrario...
_Ah, interrumpió Sócrates, entonces veamos la última barda... ¿es necesario que me lo cuentes?
_Bueno, maestro, tanto como necesario, no; pensé que te interesaría....
_Entonces -sonrió el sabio-, si no es verdadero, ni bueno, ni siquiera necesario,
Olvídalo ...
Cuento popular europeo, versión libre mía