Espectáculos

Cinco años sin Prince

MINEAPOLIS - El 21 de abril se cumplirán cinco años desde que Prince murió por una sobredosis de un medicamento opiáceo, mientras se hallaba en el ascensor de su mansión en Mineápolis, en Estados Unidos.

Un final muy triste para uno de los talentos más destacados de la historia de la "black music".

Hasta Miles Davis, que no era muy generoso en materia de halagos y había colaborado con él en "Sing O' The Times", lo definió como un pequeño genio.

"Es una mezcla de Marvin Gaye, Jimi Hendrix, Sly Stone, Little Richard, Charlie Chaplin...puede ser el nuevo Duke Ellington. Prince es capaz de conquistar a cualquiera porque es capaz de alimentar las ilusiones de todos", había dicho Davis. De hecho, a esta lista de "fuentes" debe agregarse James Brown, indiscutido "padrino" del funk, al cual Prince era tan devoto que le dedicó sesiones enteras de sus shows en vivo a ese inconfundible estilo basado en la exaltación del primer tiempo del compás, "On the One" ... y "down funk" torrencial, tal vez junto a Maceo Parker, el saxofonista fetiche de James Brown.

Cantante sorprendente, guitarrista formidable, bailarín irresistible, Prince tocaba magistralmente el piano, y prácticamente todos los instrumentos. Era una suerte de enciclopedia viviente de la música, capaz de revisitar con desenvoltura desde Duke Ellington hasta Led Zeppelin.

Roger Nelson, tal su nombre antes de convertirse en Prince, nació el 7 de junio de 1958 en Mineápolis donde, como sucede en muchas ciudades de Estados Unidos, había una bulliciosa escena musical "underground" de cuyos estados de ánimo se nutrió desde pequeño.

A los 19 ya había firmado un contrato con Warner, a los 26 años grabó "Purple Rain", un disco que vendió 13 millones de copias en un año y ganó el Oscar a la banda sonora de la película homónima, que también protagonizó y fue un éxito de taquilla.

A partir de ese momento inició su vida de estrella atormentada y en guerra con la industria discográfica, en una alternancia de picos inalcanzables, "Sign O'The Times" y desilusiones, retiros repentinos del escenario, imprevistos cambios de estilo, fracasos artísticos y asombrosas resurrecciones.

También se cambió el nombre: pasó a llamarse Tafkap (The Artist Formerly Known as Prince /El Artista Antes Conocido Como Prince).

Prince, o Tafkap, era un hombre tan explosivo en el escenario como reservado en su vida privada, acompañado toda su vida por una suerte de "bulimia" creativa que generó una discografía inevitablemente desigual en calidad y una verdadera leyenda.

En su mansión de Mineápolis había construido los Paisley Park Studios, tres salas de grabación, consideradas una de las maravillas del mundo de la música.

El músico quería que en los archivos de esa extraña construcción de bloques, inmersa en el paisaje narrado por los hermanos Coen en el film "Fargo", hubiese miles de canciones inéditas, una especie de Santo Grial musical para sus fanáticos.

Justamente de ese archivo, sus herederos lanzaron en estos días "Welcome 2 America", un álbum grabado en 2010, en el que Prince hace un retrato de Estados Unidos que parece anticipar las dramáticas divisiones sociales durante el gobierno de Donald Trump.

La edición "deluxe" incluye el video de uno de los 21 conciertos realizados aquel año en Inglewood, en California, al término de una gira mundial de dos años.

Para los cultores del vinilo hay también una edición en ese formato.

En los artículos periodísticos publicados para anunciar el lanzamiento de "Welcome 2 America" hay una noticia que parece intencionada para reforzar la leyenda del tesoro escondido en la mansión de Mineápolis: indica que el 70% de la música grabada por Prince todavía sería inédita. Si se tiene en cuenta que, desde su debut en 1978 hasta 2015 lanzó un promedio de más de un álbum por año y también se consideran las giras, es inevitable pensar en un hombre habitado por la música, a merced de una espléndida obsesión.

Solo queda la esperanza de que quien tenga la llave de esos archivos, cuide el material con el mismo respeto que animaba las palabras de Miles Davis.