19/May/2024
Editoriales

Entre casualidades y Coincidencias

La casualidad es una combinación de circunstancias que no se pueden evitar, mientras la coincidencia es la acción y efecto de coincidir. Las coincidencias suceden aquí, allá y acullá, siempre al mismo tiempo. Desde los accidentes de tránsito provocados porque a dos conductores se les ocurre al mismo tiempo hacer determinada maniobra y terminan coincidiendo en las estadísticas de percances viales, hasta entre los investigadores científicos que coinciden en sus ideas novedosas. No falta quién diga que las ideas andan flotando en el aire encima de las necesidades y cualquiera las puede tomar. Eso ‘explicaría’ que el telégrafo eléctrico fuera inventado, además de Samuel Morse, por: Joseph Henry, William Cooke, Charles Wheatstone y Karl Steinheil. Que el teléfono fuera inventado y patentado al mismo tiempo en 1876 por Elisha Gray además de Alexander Bell, disputa que duró en los tribunales una eternidad.

Que la fotografía fuera inventada por Louis Daguerre, pero también por Nicephore Niepce y William Fox. Caso muy sonado fue cuando thomas Alva Edison dio a conocer su invento de la bombilla eléctrica pues en los siguientes días aparecieron dos docenas de inventores previos de lo mismo pero sin la patente. Un caso que asombra es la coincidencia en el descubrimiento del aluminio barato en 1886. Dos hombres que no se conocían tuvieron la misma idea y descubrieron la forma de producir en forma económica el aluminio, pues antes eran tan caro como la plata y se usaba en artículos de lujo y de joyería. El ingeniero estadounidense Charles Martin Hall y el ingeniero francés Paul Héroult presentaron al unísono la misma patente. Pero las coincidencias entrambos no terminan ahí, pues los dos nacieron en 1863, y luego murieron los dos en 1914. Recientemente se dio a conocer en nuestro país otro caso más asombroso aún, pues un personaje de la alta política fue acusado de copiar o plagiar su tesis profesional de otro estudiante que la elaboró un año antes, y la defensa dice que se trata de una coincidencia en tiempos diversos. En el juicio que seguramente habrá, no dude usted que se invocará el principio de la coincidencia que comentamos en este texto -aunque los tiempos no cuadren-, pero nunca el de la casualidad, pues aquí las circunstancias sí pudieron evitarse. Ya no sólo México está pendiente del final de esta disputa, pues en Europa hay medios serios de comunicación que casualmente, esperan el final de este penoso asunto por las implicaciones políticas y judiciales que conlleva.