17/May/2024
Editoriales

La colegiación obligatoria... de nuevo

Recientemente la senadora Olga Sánchez Cordero presentó una iniciativa de ley para modificar entre otros artículos, el 5º Constitucional, que se refiere a la libertad de ejercer la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode a cualquier mexicano con el simple requisito de que sea lícito.

Ella propone la Colegiación Obligatoria, como un medida de control de la calidad de los servicios profesionales proporcionados por los profesionistas, es decir que ya no podrían brindar sus servicios al público si no se inscriben en el Colegio de Profesionales de su especialidad.

De esa forma el Colegio será responsable, por decirlo así, de la capacitación y actualización de los conocimientos de sus agremiados.

Esto ha sido materia de discusiones siempre, no se trata de ninguna novedad pues, a pesar de ser una causa noble, antes habría que tomar medidas preparatorias para fortalecer a los Colegios de Profesionales, a fin de que tengan lo necesario para realizar funciones que en teoría ya deberían hacer, como la capacitación y actualización de los conocimientos profesionales, pero no se realizan porque requieren cierta infraestructura de acuerdo a cada carrera.  

Además del problema económico que se les estarían echando al regazo de los Colegios de Profesionales, no deja de ser muy importante que los mismos Colegios se democraticen a fondo, no sólo para efectos electorales internos, sino para que los programas de capacitación lleguen a todos sus miembros.

¿Sabrá la senadora Sánchez Cordero el número de profesionistas que ejercen en México sin estar colegiados? ¿Imaginará lo que puede repercutir en la vida profesional un veto de ingreso al Colegio por asuntos políticos gremiales, no por la capacidad del interesado? ¿Qué órganos jurisdiccionales se crearían para resolver los litigios internos de los colegios?

Porque es innegable que las asociaciones que se manejan en forma colegiada tienen todas una persona o un grupo que las dirige y ese grupo tiene sus intereses propios.  

Va un ejemplo para demostrar que este tema no es nuevo: El médico inglés Edward Jenner (1749-1823) perfeccionó la vacuna de la viruela en 1798, salvando a miles de enfermos en el mundo, así que fue propuesto para que ingresara al Colegio de Médicos de Londres en 1813. La asamblea del Colegio quiso ponerlo a prueba respecto a los anticuados e inútiles clásicos de los antiguos escritores médicos. Jenner se negó, aduciendo que su triunfo sobre la viruela debiera ser mérito suficiente para su ingreso. La asamblea votó en contra de su ingreso.