18/Apr/2024
Editoriales

Al borde de la esquizofrenia

Pareciera que estamos soñando. La NASA trae naves en el espacio exterior programadas a destinos de planetas que ni de oídas conocemos; hay automóviles eléctricos que se manejan solos; los celulares nos guían por carreteras y avenidas en lugares ignotos, miden la presión sanguínea, traen lupa, música, películas, y tantas funciones que lo que menos recordamos es que son teléfonos.

 Cualquiera puede consultar Google o YouTube para obtener cualquier información, y los cheques bancarios está cerca de desaparecer porque pagamos y nos pagan electrónicamente.

 Las redes sociales son la medida del carisma, bondad y honestidad de las personas.

Este momento del desarrollo de la humanidad no se lo imaginaba ni los grandes pensadores y profetas de la antigüedad, ni los del pasado reciente.

 Pero tanto avance nos ha costado caro; ya es difícil ser feliz porque nuestros rivales aparecen más en las redes sociales que nosotros y, cuando es al revés, que aparecemos más que ellos, no es suficiente para ser felices porque aspiramos a que a ellos les vaya muy mal.

 No somos felices porque el celular que usamos no es el último modelo que apareció hace casi seis meses y nuestro mugroso sueldo no alcanza para comprarlo.

No somos felices porque estamos despiertos pero parece que estamos soñando; eso de que llovió anoche no lo podemos creer, debe ser una lluvia virtual.