20/Sep/2024
Editoriales

Aprender a leer

Aprendí a leer casi a los 30 años; antes sólo hacía cuentas y aplicaba las fórmulas matemáticas de la Ingeniería. A esa edad descubrí la lectura como elemento de diversión, luego la vi como aprendizaje y terminé dependiendo de ella. Me atrapó la narrativa rusa con las novelas de Dostoievski y de Tolstoi. El primero escribió Los hermanos Karamazov, Crimen y Castigo, y El Idiota, entre otras obras. Tolstoi, Ana Karenina, y Guerra y Paz.  Fueron contemporáneos, y para mí es mejor Dostoievski, tal vez por haber sido ingeniero y la solidaridad gremial me gana. Sin embargo, Tolstoi es fuera de serie. Dostoievski me impresionó cuando escribe: “Si Dios no existe, entonces todo está permitido”, un tipo que discutía con los demonios de su época y sabía cuál era su verdad, misma que defendía porque le había llegado luego de dejar libre a su imaginación y a su pluma. Tolstoi se daba el lujo de tratar temas de amor en medio de la guerra, algo que pocos se atrevían antes que él. Las experiencias de vida de Fiodor Dostoievski le dan ventaja porque su penosa enfermedad terminó siendo un pasaporte para entrar al averno sin quemarse. Tolstoi tenía una imaginación más universal. Históricamente, estos dos escritores resumen la narrativa rusa, que es la única que me agrada más que la latinoamericana.