16/Jun/2024
Editoriales

La ropa de seda

Antes pocas personas podían vestir ropa de seda, pues su precio era alto y había pocos modelos de las delicadas prendas. 

 Bueno, pues “más antes”, como dicen en mi pueblo, esto era más exagerado, y la referencia antigua viene desde la época augústea (Augusto, 63 adC. – 14 dC.).

 En esos tiempos del Imperio Romano, entre la alta sociedad se pusieron de moda los exóticos vestidos de seda, mismos que eran llamados por Petronio “ventus textiles”, o viento de tela (Satiricón 55). 

 Ya se ha de imaginar usted los exagerados precios de esas prendas, pues la seda era traída desde China a través de la épica “Ruta de la Seda”, y el imperio chino vigilaba celosamente su producción.

 Y así continuó por siglos hasta que los gusanos de seda llegaron a Occidente ya en el año 552 de nuestra era, abaratándose la producción de seda.

 Esto ha llegado al grado de que actualmente no hay aquella gran diferencia de antaño con otros materiales textiles como la lana y el algodón, pues la seda es ya un material común fabricado en forma industrial en varias partes del mundo. 

 Recuerdo que cuando estudiábamos en la Secundaria Número 1 mi compañero Ramiro García llevó una camisa de seda que no era desde luego, del color caqui, que era el uniforme de la escuela.

 

 Corrió la especie de que una maestra llevó el caso al director, maestro Ruperto Dávila para que castigaran a mi amigo, pero lo único que consiguieron es que todos admiraran la prenda de Ramiro.