12/May/2024
Editoriales

Cuidado con el enojoso asunto de la embajada en Quito

Quien se decide a entrar a una batalla, debe ponderar lo que podría ganar con lo que podría perder, y no solo el resultado de la contienda referida.

Porque todo enfrentamiento implica un esfuerzo extraordinario que generalmente conlleva el descuido de otros intereses de los combatientes. 

Nuestro país está por iniciar un enfrentamiento con la República de Ecuador en reacción a un allanamiento contra su embajada en Quito, perpetrada por fuerzas ecuatorianas.

Ecuador postula que México no podía asilar a un delincuente, pues el detenido es el ex vicepresidente Jorge Glas, quien es acusado de peculado, y según sus leyes debe responder ante la autoridad ecuatoriana, por lo que sólo capturaron a un malhechor.

Pero México exige que se respete la inmunidad de su embajada, de acuerdo a la Convención de Viena, algo que varios países, entre ellos Estados Unidos, apoyan.

Ya rompimos relaciones con Ecuador, y de inmediato hizo lo mismo Nicaragua, cuyo gobierno está identificado ideológicamente con el gobierno mexicano.

Así las cosas, el paso siguiente debe ser la búsqueda de un solución diplomática al asunto, pues comienzan las especulaciones de que México declarará el estado de guerra contra Ecuador para justificar un diferimiento del proceso electoral.      

Eso no puede ser cierto y, si lo fuera, nuestro país perdería muchísimo más en las materias económica y política, pues el proceso electoral está sostenido con alfileres debido ya que desde la mismísima presidencia de la República y desde algunas gubernaturas se trasgreden las leyes electorales, que son leyes constitucionales.

Además las guerras son muy costosas, a guisa de ejemplo, recordemos que mientras Napoleón reunía en Bayona su Asamblea de Notables españoles afrancesados para ungir como rey de España a su hermano José, en Sevilla se erigía la Junta Suprema, para defender a Fernando VII en quien había abdicado su padre Carlos IV. 

Se dio inicio a la confrontación, con el sistema de guerra de guerrillas que costaría mucho a España y al imperio napoleónico. 

Porque mientras España atacaba a Napoleón, perdió sus territorios en América que se independizaron aprovechando el caos en la corona española.

Y después, Napoleón I hizo un resumen: “Esa maldita guerra fue la causa de todas las desgracias… todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido”.

Así que lo recomendable en el caso de Ecuador y su violación a la inmunidad de nuestra embajada, es agotar la instancia de la diplomacia. Y punto.