28/Apr/2024
Editoriales

Los alcaldes de Monterrey. Parte décima séptima

Manuel Fernández de Riancho y Villegas, Alcalde Primero. 1750

 

 En el año de 1750 resultó electo alcalde primero Manuel Fernández de Riancho y Villegas y alcalde segundo Francisco de Rivera y Castro.

 

Manuel Fernández de Riancho y Villegas, fue un criollo nacido en la provincia del Nuevo Reino de León, cuya familia era de origen cántabro, dedicada al comercio en el noreste del virreinato de la Nueva España. Antes de ser alcalde, ya había ocupado algunos cargos de tipo administrativo en el gobierno de Monterrey y del Nuevo Reino de León. 

 

El Padre del Archivo Histórico de Monterrey

Lo más relevante de su gobierno fue la creación del archivo municipal, pues luego de 154 años de permanecer ‘sueltos’ los documentos del Cabildo desde la fundación en 1596, por primera vez se les acomodó para ‘perpetuidad y memoria’. Basados en esta información, se puede considerar a Fernández de Riancho el padre del archivo histórico de Monterrey.

 

He aquí el acta de Cabildo de su elección en 1750.

 

“Jesús, María y Joseph. En el nombre de Dios Todopoderoso y de la Gloriosísima Virgen María Nuestra Señora y Abogada = En la ciudad de Nuestra Señora deMonterrey, capital de este Nuevo Reyno de León, en primer día del mes de enero del año del Señor de mil setecientos y cincuenta, estando juntos y congregados los señores de el muy ilustre Cabildo y Ayuntamiento de esta nobilísima ciudad… ( se eligió) a Don Manuel Fernández de Riancho Villegas para alcalde ordinario de primero voto y asimismo votó y eligió a Don Francisco de Rivera y Castro para alcalde ordinario de segundo voto…”

 

Al día siguiente día dos de enero se presentó Fernández Riancho a tomar juramento como alcalde primero. Se transcribe el acta sólo por la curiosidad de que ahora se titula a la ciudad como “nobilísima” superlativo de noble, que habíamos apreciado en el texto anterior de esta colección de artículos:

 

“En cuya conformidad acordó esta nobilísima ciudad que comparezcan los mencionados capitán Comandante Don Manuel Fernández de Riancho Villegas, Don Francisco de Rivera y Castro y el Ayudante de Ordenes Don Joaquín de Morales y hagan la aceptación y juramento acostumbrado de ejercer bien y fielmente sus empleos. Así lo decretaron Sus Señorías, mandaron y firmaron por ante mí, el Escribano Público y de Cabildo, de que doy fe =Vizente Bueno de la Borbolla, Domingo Miguel Guaxardo, Juan Garsia de Pruneda, Joseph Alexandro Muños de Herrera, ante mí, Juan Josseph Roel y Andrade, Escribano Público y de Cabildo.”

 

El leitmotiv de la creación del archivo municipal fue la fiscalización de propiedades

Iniciado su gobierno, Fernández Riancho Villegas ordenó al escribano municipal ordenar los documentos que obraban sueltos desde la fundación de la Ciudad, seguramente enrollados y guardados sin orden en castañas bajo llave. Entre los peligros que sortearon tan valiosos documentos, vale recordar las delicadas situaciones ocurridas en ese lapso, como la grave inundación de 1612 que obligó a mover toda la Ciudad a la ubicación actual. 

Además, el motivo práctico para organizar el archivo municipal fue determinar quiénes debían pagar algún tributo, para ratificar viejas mercedes y derechos sobre propiedades, minas, aguas, derechos de colonización y méritos de guerra o exploración:

 

‘En la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey capital de este Nuevo reyno de León, a tres días del mes de enero de mil setecientos y cincuenta años… (el alcalde primero )dijo que para que en lo venidero haya toda buena cuenta y razón con los propios… según que unos y otros se destinaron desde el principio de su fundación, se ponga en este libro por el presente Escribano certificación en formade las fincas y principales, con distinción a quien tocan para que consten en todo tiempo y no se confunda su perpetuidad y memoria con la variedad de papeles sueltos en que hasta ahora andan anotados, lo cual fecho y dándose las providencias que oportunamente fueren combenientes para poner en corriente el cobro y seguridad de ambas rentas se formará cuenta en este mismo libro a fin de cada año, con cargo y dato de su estado y distinción para que en estos términos se proceda en todo con la claridad y justificación que se requiere. Así lo decretó, mandó y firmó Su Señoría, de que doy fe’

 

Este documento comprueba que sí existió el acta de fundación de la Ciudad 

y que fue Diego de Montemayor su fundador.

En esta certificación, el escribano municipal hace referencia a la existencia de la ‘Carta de fundación de esta nobilísima ciudad que hizo el señor Don Diego Fernández de Montemayor, su primer Gobernador y capitán General’ con lo cual se debilitan las teorías    -y a veces ocurrencias- de algunos historiadores que niegan la existencia del acta de fundación y postulan, sin documentos probatorios, que fueron otros exploradores los fundadores de nuestra Ciudad.

 

‘Certificación del Escribano -Don Juan Joseph Roel y Andrade Escribano Público, de Cabildo, Minas, u Registros, Real Caja de Marca y de Gobernador y Guerra de este Nuevo Reyno de León por su Magestad, que Dios guarde… doy fe y verdadero testimonio que según la carta de fundación de esta nobilísima ciudad hizo el señor Don Diego Fernández de Montemayor su primer Gobernador y capitán General toca y pertenece a la dotación de Nuestra Señora de la Anunciación y Concepción María Santísima Patrona Titular de esta dicha [ciudad] que, según parece, es lo siguiente’.

 

Es también interesante el manejo del nombre del fundador ‘Diego Fernández de Montemayor’, pues como ya hemos estudiado en estos textos, antes no existía un orden preestablecido para los apellidos. Como el nombre de los padres de Don Diego, el fundador  eran: Juan Jiménez de Montemayor y María Mayor Fernández Hidalgo; en este caso el escribano decidió usar el primer apellido materno y después el segundo paterno.

 

Habrá un homenaje al Padre del Archivo Histórico de Monterrey

Manuel Fernández de Riancho y Villegas murió ya retirado de la política y dedicado al comercio. Sin embargo, los historiadores y cronistas debemos a la memoria de este gran alcalde uno o varios reconocimientos especiales por haber creado una institución que sigue dándonos servicio a todos: El Archivo Histórico de Monterrey. Para empezar estos eventos, el Consejo Metropolitano de la Crónica convocará próximamente al primero de ellos.

 

Francisco Rivera de Castro, Alcalde Segundo. 1750

 

Este alcalde segundo, Rivera de Castro, era descendiente del sargento mayor Gonzalo de Castro Rivera y Costilla, conquistador de Cuba y de la Isla la Española -hoy ocupada por Haití y la República Dominicana-. Con el tiempo, su familia pasó de la gobernación del Pánuco (Tampico) a Coahuila, y después al Nuevo Reino de León.

 

Francisco Rivera de Castro, ya estaba asentado en Monterrey, y había ocupado varios cargos militares. Fue electo alcalde segundo en el año de 1750 y, además de juzgar a los criminales, emprendió una campaña contra los aguardientes ilegales, buscando que la higiene de esos productos alcohólicos fuera la mejor posible, y confiscando los que hubiesen entrado de contrabando al Nuevo Reino de León. 

Veamos el enunciado de un juicio:

 

‘Contra Juan Viterbo de Olivares por estar vendiendo aguardiente adulterado’.

 

Francisco Rivera de Castro sirvió en las milicias reales hasta su muerte acaecida en Parral, provincia de Coahuila.

 

 

 

Pedro Alcántara y Guerra, Alcalde Primero. 1752.

 

Venía de una antigua familia minera de Cerralvo, y desde Monterrey dirigía el negocio, encargándose de las ventas de los minerales propiedad de la familia Alcántara. Fue electo alcalde primero en el año de 1752, y en ese mismo proceso se eligió alcalde segundo, a Joseph Joaquín de Mier Noriega, el patriarca de una familia que se establecería en la élite política y cuyo miembro más famoso sería fray Servando Teresa de Mier, nuestro Padre Mier.

 

La administración de Alcántara y Guerra destacó por que durante esta época la corona española decidió unificar los pesos y medidas en todo el Imperio, afectando a todas las casas de moneda, pues se establecieron nuevos pesos y patrones para las monedas. Además le tocó a su administración enfrentar una más de las periódicas inundaciones en nuestra Ciudad que requirió de acciones inmediatas para reconstruir la vida de los reineros.

 

Veamos el acta de elección de los dos alcaldes de 1752

 

‘En el nombre de Dios Todopoderoso y de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora, amén. En la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey capital deste Nuevo Reyno de León, a primero días del mes de enero del año del Señor de mil setecientos cincuenta y dos, estando juntos y congregados los señores de este muy ilustre Cabildo… Sus Señorías votaron… para alcalde ordinario de primero voto a Don Pedro Alcántara Guerra, para de segundo voto al capitán Don Joseph Joaquín de Mier Noriega’

 

Exhaustivo diagnóstico comercial presentado al Rey de España

El rey Felipe V, mandó investigar en el periodo comprendido entre 1700 y 1724 la homogeneidad de pesos y medidas en todo el imperio. Se sorprendió cuando supo la existencia de tantas casas de moneda como las de Madrid, Sevilla, México, Zacatecas, Quito, Buenos Aires, Manila, y otras, con evidentes diferencias en sus patrones de longitud, peso y volumen. Ante semejantes disparidades, la casa de Contrataciones de Sevilla -la encargada del comercio en todo el imperio Español- propuso al Rey “fieles” es decir, patrones únicos de medidas de longitud, peso y volumen para ser distribuidas por todo el imperio. 

 

Se crea el cargo municipal de Fiel de Pesos y Medidas

Para realizar esta misión de aplicar en la Ciudad las nuevas medidas, el Cabildo de Monterrey nombró un “fiel de pesos y medidas” puesto que podría ser ahora una especie de director de comercio y protector del consumidor. Y se pusieron en exhibición -en las Casas Reales-, los fieles enviados de Madrid para que los comerciantes reineros los copiaran y utilizaran en su cotidiano mercadeo. Mientras que el “fiel de pesos y medidas” tenía la obligación de supervisar que el duplicado de fieles y su aplicación fueran los correctos para evitar abusos:

 

‘En dicha ciudad de Nuestra Señora de Monterrey, a siete días de dicho día, mes y año, en conformidad de lo acordado y decretado por el ilustre Cabildo en dichas elecciones en presencia de el señor Gobernador y capitán General, comparecieron Don Juan Javier de Treviño electo Procurador General y el maestro Ciprian Zambrano de Fiel de Pesos y Medidas. Se les hizo saber en sus personas el dicho nombramiento y dijeron que aceptaban y aceptaron cada uno de por sí el cargo que el muy ilustre Cabildo les daba para este presente año. Juraron conforme a derecho de usar bien y legalmente sus empleos arreglando a lo dispuesto por Su Magestad, Dios le guarde, dieron las debidas gracias y lo firmaron con Su Señoría, por ante mí el Escribano de Cabildo, de que doy fe = Vizente Bueno de la Borbolla, Siprian Sanbrano, Juan el de Treviño ante mí, Juan Josseph Roel y Andrade, Escribano Público y de Cabildo’.

 

Histórica unificación de las monedas de acuerdo a sus características físicas

Además el rey ordenó la unificación de las monedas, fijándose pesos, medida, forma y acuñado (grabados) que debían ser elaboradas en todo el imperio. Las nuevas monedas de oro eran: 1/2 escudo, escudo, dos escudos, cuatro escudos y 8 escudos. Las monedas de plata: 1/2 Real, Real, 2 Reales, 4 Reales y 8 Reales. Monedas de cobre: Maravedí, Dobler (término que evolucionó a ‘dólar’), 4 Cuartos, Treseta, 2 Maravedís, Seiseno, 4 Maravedís y 8 Cuartos. La instrucción era introducir las nuevas monedas y retirar las antiguas para reutilizar sus materiales; así circularían sólo monedas nuevas.

 

Esta instrucción llegó desde la Ciudad de México, pues el virrey notificó a los gobernadores, quienes ordenaron a los ayuntamientos iniciar el proceso de recoger las monedas antiguas y cambiarlas por nuevas.

 

“Contiene el superior despacho del excelentisimo Señor Virrey don Juan Francisco de Gómez y Horcasitas, Conde de Revilla Gigedo, sobre que recoja la moneda antigua pagándola de los fondos de la Real Hacienda, ante el Sr. Gobernador don Pedro del Barrio Junco y Espriella.”

 

Azota a la Ciudad de Monterrey una tormenta que la inunda 

En septiembre de 1752 la ciudad fue sorprendida por fuertes lluvias que desbordaron el Río Santa Catarina y el Santa Lucía. Se inundaron los pantanos que estaban desde donde hoy está la Alameda Mariano Escobedo hasta el Río Santa Catarina; se anegaron las milpas del norte de la Ciudad -al norte de la alejada actual calle Washington-, y muchas casas quedaron bajo las aguas. El exceso de lluvia provocó que hubiera personas y animales arrastradas por la corriente, y los bordos construidos para contener el agua, funcionaron al revés, como represas, acumulando agua las zonas bajas de la Ciudad, con los inconvenientes que ello representan.

 

La reacción inmediata del gobierno municipal de Pedro Alcántara y Guerra fue mandar soldados, indios y otros sirvientes, a abrir canales en los bordos y retirar ramas y troncos de árboles caídos para que pudiera drenar el agua atrapada y escurriera a los cauces naturales. 

 

Pasada la emergencia, Alcántara mandó reconstruir las calles y las acequias. Se repararon los daños en las Casas Reales y la Iglesia Principal, mientras los vecinos repararon sus propias casas. 

 

Joseph Joaquín de Mier Noriega, Alcalde Segundo. 1752

 

Joseph Joaquín de Mier Noriega o José Joaquín de Mier Noriega nació en Monterrey en el año de 1715. Su padre había sido escribano de varios gobernadores del Nuevo Reino de León, es decir, tenía un buen empleo burocrático que le permitía tener una buena posición económica. Esto permitió que Joseph Joaquín fuera enviado en 1731 a Guadalajara, para que estudiara derecho canónigo y filosofía en el colegio de San José de los Jesuitas.

 

Durante el tiempo que estuvo en la Perla de Occidente, casó con María Carrillo en 1740 y regresó a Monterrey iniciándose en la carrera burocrática. Obtuvo en base a su capacidad   varios cargos en el cabildo, como mayordomo (tesorero), regidor y alcalde (primero y segundo).

 

Entre  1773 y 1789 ocupó repetidas veces el cargo de gobernador y teniente de gobernador (segundo cargo en el reino). Como alcalde segundo llevó varios juicios criminales, entre ellos el robo de una mula pequeña que la había separado de su madre, una yegua:

 

‘Contra don Fernando del Bosque, por haber desahijado un muleto de una manada de don José Teodoro Flores’.

 

Igualmente, el alcalde segundo Joseph Joaquín de Mier y Noriega resolvió un asesinato.

 

‘Contra Miguel Treviño y Juan Domingo de Urdiales por indicios de haber dado muerte a José Barrera’.

 

Además inició juicios por no cumplir con las instrucciones de alguna autoridad

 

‘Contra José Luis Alanís, por inobediente y falta de respeto a la Real Justicia’.

 

Don Joseph Joaquín de Mier Noriega murió en 1782 y fue sepultado en la Catedral de Monterrey.

Continuará…

 

 

 

 FUENTES

ARCHIVO HISTÓRICO DE MONTERREY 

ACTAS DE CABILDO 

1º de enero de 1750

2 de enero de 1750

3 de enero de 1750

1º de enero de 1752

7 de enero de 1752

CAUSAS CRIMINALES

VOLUMEN 17 EXPEDIENTE 254

VOLUMEN 17 EXPEDIENTE 256

VOLUMEN 17 EXPEDIENTE 259

https://dbe.rah.es/biografias/55783/jose-joaquin-de-mier-noriega

Navarro García, Don José de Gálvez y la Comandancia General de las Provincias Internas del Norte de Nueva España, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1964;

 

 R. S. Weddle, San Juan Bautista: Gateway to Spanish Texas, Austin, University of Texas Press, 1968.