29/Apr/2024
Editoriales

Los alcaldes de Monterrey. Parte décima sexta

Juachin Fernández Vallejo, Alcalde Primero. 1747

 

Juachin Fernández Vallejo fue un alcalde de Monterrey que adquirió fama por la particular grafía de su nombre. Ahora nosotros escribimos ‘Joaquín’. Pues, la ‘ua’ la cambiamos por ‘oa’, que es una deformación común en la dicción. Además la ‘ch’ en castellano suena como  che /ch/, sin embargo la “ch” de origen griego tiene un sonido ka, /k/. 

 

Así que el alcalde de marras firmaba ‘Juachin’ pero el escribano municipal escribía ‘Joaquín, ya con el dígrafo castellano ‘qu’. También su apellido cambia de Fernández a Hernández, debido a que muchas lenguas en España (incluido el cántabro y el catalán), mantenían la ‘f’ efe inicial, mientras en el castellano se sustituyó por la ‘h’ hache muda.

 

El Cabildo de Monterrey era multilingüe

Como ejemplos están forno por horno; fariña por harina; fierro por hierro; formica por hormiga, aún llamamos ácido fórmico que en principio era destilado de hormigas rojas (Formica rufa) machacadas, que ahora se sintetiza químicamente. Él firmaba Fernández pero el escribano escribía Hernández o Fernández. Esto es una prueba del multilingüismo de los primeros años de la Nueva España y del Cabildo de Monterrey, pues había hablantes de castellano, catalán, aragonés, cántabro, vasco, asturleonés (extinto) y otras más.

 

La familia del alcalde Juachin Fernández era cántabra

Los padres de Juachin Fernández Vallejo llegaron de Cantabria, España -donde se habla cántabro- para asentarse en nuestra ciudad. Ambos eran mercaderes de confecciones comerciales en España y de algunos lugares lejanos del virreinato.

 

El alcalde Joachin guapeó a Monterrey, y la gente se lo reconocía

Fernández Vallejo fue electo alcalde primero para el año de 1747. Su gobierno destacó por arreglar la ciudad entera, adquirir uniformes nuevos para la milicia, y restaurar la Iglesia Parroquial, hoy Catedral, para la celebración de una festividad real. Podría considerarse que la fortuna le sonrió o le forzó a hacer grandes obras pero el azar es un elemento determinante en la vida de todos, con mayor razón en la vida pública.

 

Como se dijo, Fernández Vallejo, fue electo para el año de 1747 como alcalde primero y como alcalde segundo Juan Ignacio de Berride.

 

“En el Nombre de Dios Todo poderoso y de la Gloriosisima Virgen Maria Nuestra Señora y Abogada. En la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey capital de este Nuevo Reino de León en primero día del mes de enero de mil setecientos cuarenta y siete años estando congregados los señores del muy ilustre cabildo en esta nobilísima ciudad es a saber el señor don Vicente Bueno de la Borbolla gobernador y capitán general de este reino el señor don Domingo Miguel Guajardo Alférez mayor y regidor Perpetuo el señor don Manuel Fernández de Riancho Villegas teniente de alguacil mayor por ausencia de propietario que lo es el Gral. Don Juan García de Pruneda y el señor don Joseph Alejandro Muñoz de Herrera regidor y alcalde Provincial de la Santa Hermandad para efecto de hacer la canónica elección de alcaldes Ordinarios como es uso y costumbre… salió electo por alcalde ordinario de primero voto para este presente año al referido don Juachin Fernández Vallejo y don Juan Ignacio de Berride de segundo voto.”

 

Ese mismo día, primero de enero de 1747 tomó juramento el alcalde segundo:

 

“En dicha ciudad mes dia y año en atención a la elección antecedente comparecieron en este ayuntamiento Dn. Juan Ignacio Berride alcalde ordinario de segundo voto quien estando presente dijo que acepta dicho empleo da las gracias a esta nobilísima ciudad por la honra que se a servido hacerlo y juró en la forma acostumbrada de usar bien y fielmente su oficio con arreglamento a las leyes reales y ordenanzas y lo  firmó Beizente Bueno de la Borbolla, Juan Ignacio de Vierredy, Domingo Miguel Guaxardo, Manuel Fernández Riancho Villegas, Joseph Alexandro Muños de Herrera”

 

El día cinco de enero se presentó a jurar Juachin Fernández Vallejo:

 

En dicha ciudad a cinco dias del mes de enero de mil setecientos cuarenta y siete estando juntos y congregados los señores del muy ilustre Ayuntamiento compareció Dn. Juanchin Hernández Vallejo electo alcalde ordinario de primero voto para este presente año y dijo que daba y dió las debidas gracias a esta nobilísima ciudad por el honor que le a merecido y acepta la elección de tal alcalde ordinario haciendo ante el señor gobernador y capitán general de este reyno el juramento acostumbrado y que guardará puntualmente lo determinado por las leyes reales y ordenanzas defendiendo asi mismo el misterio de la pura y limpia concepción de la Virgen Santisima Nuestra Señora y asi lo acordaron y firmaron Bizente Bueno de la Borbolla Juaquin Fernández Vallejo, Domingo, Miguel Guaxardo, Manuel Fernández Riancho Villegas Joseph Alexandro Muños de Herrera”

 

Sin existir algún ducado, marquesado o condado, el Cabildo 

califica de ‘nobilísima Ciudad’ a Monterrey.

Se transcriben los testimonios de los juramentos de los alcaldes por tener la curiosa particularidad de que el Cabildo llamaba a sí mismo ‘nobilísima ciudad’ pese a que no era asiento de ningún ducado, marquesado o condado; pero podríamos justificarlo concatenándolo con la intención de establecer un Palacio Real al sur de la Plaza Mayor (hoy Plaza Zaragoza) que estudiamos en entrega anterior de esta colección de textos.

 

Organiza el alcalde Joachin las exequias del Rey, 

y la celebración del nuevo Rey

la oportunidad de lucir su capacidad se le presentó al alcalde Juachin cuando el 16 de enero llegó al Cabildo una encomienda de grandes proporciones: nada menos que celebrar las exequias del rey Felipe V (fallecido en junio de 1746) y la celebración del nuevo rey Fernando VI. Recordemos que por la burocracia y la distancia, las noticias en aquellos tiempos tardaban en llegar.

 

Además, no existía en el Imperio Español un calendario cívico fijo, sino que se celebraban muertes y coronaciones de reyes, nacimientos de príncipes en distintas fechas según llegaban las noticias. En el Nuevo Reino de León esta celebración se celebró hasta junio de 1747, un año después de la muerte del rey.

 

Se estrenan uniformes y se regula su uso

Ante la dimensión del evento próximo, el alcalde Juachin Fernández mandó fabricar nuevos uniformes para las tropas del Nuevo Reino de León, al igual que insignias varas, prendedores insignia, y togas para todos los funcionarios, incluso se ordenó al alférez de la ciudad usar la indumentaria correcta en el desarrollo del protocolo.

 

De nuevo el Cabildo llama a la ciudad “nobilísima y muy leal”, lo que requiere más investigación, para saber si realmente los podía ostentar.

“En la nobilísima y muy leal ciudad de Nuestra Señora de Monterrey capital del Nuevo Reyno de León a veinte y un días del mes de enero de mil setecientos cuarenta y siete años Yo don Vicente Bueno de la Borbolla capitán Comandante de Infantería Española reformado alguacil mayor y regidor perpetuo de la ciudad de los Ángeles gobernador y capitán general de este dicho reyno sus presidios provincias fronteras y conquistas por el Rey Nuestro Señor (que Dios guarde) digo que por cuanto en las concurrencias que desde mi ingreso a esta hoy día de la fecha se han ofrecido con los señores capitulares del muy ilustre cabildo hallándome en ellas como su presidente he extrañado y echado menos que el regidor don Domingo Miguel Guajardo Alférez mayor Real por su majestad no use de la insignia correspondiente al honor y representación del empleo que obtiene por cuyo motivo sucede que vengan a decadencia semejantes ocupaciones cediendo hasta en deslustre de los mismos que las ejercen deseando el mayor esplendor de dicho muy ilustre cabildo por el presente ordeno al referido Alférez mayor Real use de la insignia que pertenece a su empleo militar y político trayendo en ella esculpidas las armas reales… so la pena de un mil pesos aplicados a la voluntad del excelentísimo señor Virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España”

 

Para esta celebración se ordenó el desmonte de los solares y de las orillas de las calles; cambiar todos los techos de paja y palma; se arreglaron las acequias; arreglar el encalado (cubierta de cal) de las Casas y edificios de canto (piedra), se arregló la plaza, los puentes, así como las Casas Reales.

 

“Diligencias levantadas en éste Nuevo Reino de León, sobre la Jura y felíz aclamación de nuestro Rey y Señor don Fernando Sexto, que Dios guarde, y Exequias de Felipe V”

 

Remoza el alcalde Juachin Hernández la Catedral de Monterrey

También se arregló la Iglesia Principal hoy Catedral, que estaba casi en ruinas; se repararon los muros y el techo que era de paja, se arregló la sacristía, se arreglaron las imágenes religiosas, se integró un expediente completo de la remodelación del templo que aparece en el archivo de monterrey con  el título:

 

“Con Motivo de la construcción de la Iglesia y sacristía parroquial de ésta ciudad.”

 

Se luce la Ciudad instalando varios estrados, y sendos pedestales 

para los retratos de los dos Reyes, el muerto y el nuevo.

 

La celebración fue magna para la época. Se construyeron pirámides (pedestales) para los retratos del rey muerto y del nuevo rey que durante las festividades se colocaron en la plaza principal; se montaron estrados uno para las autoridades civiles que eran el gobernador, los cabildos de Monterrey, Cadereyta, Cerralvo, Linares y Lampazos. 

Funcionarios del gobernador, otro estrado para las autoridades religiosas que eran el Cura vicario de la Iglesia Principal, los frailes franciscanos y otros religiosos que predicaban en todo el Nuevo Reino de León.

 

Encabezan la misa y el festejo el Cura Vicario, el gobernador y el alcalde Joachin

Un día de junio (sin poder precisarse) se celebró la misa de réquiem para Felipe V y al día siguiente la de aclamación de Fernando VI. Los rituales religiosos fueron dirigidos por el Cura Vicario de la Ciudad y los civiles por el gobernador Vicente (o Bizente) Bueno de la Borbolla; luego hubo festividades populares con comida, música y maromas (acrobacias) patrocinadas por el Cabildo dirigido por Fernández Vallejo.

 

Lucía la Ciudad como tacita de plata, gracias a las inversiones para remodelarla

Aunque fue por la coincidencia de la muerte del rey la ciudad fue remodelada y rehabilitada completamente. Se ajuareó al ejército como pocas veces; y la ciudad fue arreglada en su totalidad, esto requirió un gran trabajo del ayuntamiento y un fuerte gasto económico para el Cabildo.

 

Resuelve el alcalde Juachin los temas de pesos y medidas

Juachin Fernández Vallejo en su calidad de juez civil, también resolvió asuntos relacionados con los pesos y las medidas en materia comercial.

 

“Instancia entre Juan Bautista de Ayala y Carlos Ballesteros, sobre pesos”

 

 

Falla el alcalde Juachin un litigio por incumplimiento de un contrato entre civiles

Asuntos normales sobre el incumplimiento de contratos:

“Litigio entre Don Pedro José Lobo Guerrero y don Cristóbal Peña, ambos vecinos de Labradores sobre pago de ganados.”

 

También resuelve el alcalde Juachin temas de corte familiar

E incluso un asunto sobre adopción, que en aquel tiempo era muy simple; colocar un huérfano o niño abandonado con alguna familia, religioso o convento con voluntad de hacerlo su entenado; desde luego que esto era revocable si había abusos sobre el menor:

 

“Promovido a petición de don Pedro Agustín Ballesteros contra doña Juana de Treviño, sobre querer quitar una niña que antes se había dado”

 

Muere Joachin Fernández Vallejo, ya retirado de la política

Juachin Fernández Vallejo terminó sus días en nuestra Ciudad dedicado al comercio de productos del virreinato y ultramarinos.

 

Juan Ignacio de Berride, Alcalde Segundo

Juan Ignacio de Berride o Berridi, fue un reinero descendiente de fundadores, cuya familia  se dedicaba a la minería y a la ganadería en la región. Después de ser alcalde segundo, fue elegido alcalde primero en 1749 y 1761. 

 

Sin embargo, antes de ser alcalde primero, en 1747 fue de nueva cuenta alcalde segundo, y participó en las actividades administrativas del Cabildo, así como en los preparativos de las fiestas reales. 

 

 

Resuelve el alcalde segundo Berride, los procesos criminales que le correspondieron

Como alcalde segundo desahogó numerosos procesos criminales entre los que destaca el caso de un mulato que faltó al respeto de palabra a un hombre de mayor jerarquía social, pues utiliza el título de ‘don’ que sólo podían usar castellanos, criollos e indios tlaxcaltecas. 

 

“Contra un mulato que reprendió don Bartolomé de Elizondo por haberse puesto con palabras deshonestas a atropellarlo.”

 

Desahoga el alcalde segundo Berride, los juicios de delitos contra el honor

Otro juicio que resolvió Berride, fue relativo a delitos contra el honor o contra la familia, pues el delito se ocultó bajo el término ‘agravios’. En este caso, ambos querellantes eran de buena posición social, por lo que se les reconoce como ‘Don’.

 

“Querella del ayudante de órdenes don Joaquín Morales contra don Blas María de la Garza, por agravios que le infirió.”

 

Los únicos datos personales que tenemos de Juan Ignacio Berride es que falleció en nuestra Ciudad.

Continuará…

 

Fuentes 

ARCHIVO HISTÓRICO DE MONTERREY

COLECCIÓN ACTAS DE CABILDO 

1º de enero de 1747

1º de enero de 1747 (anexo)

5 de enero de 1747

COLECCIÓN Civil 

VOLUMEN 73 EXPEDIENTE 3

VOLUMEN 76, EXPEDIENTE 5

VOLUMEN 76, EXPEDIENTE 9

VOLUMEN 76 EXPEDIENTE 10

VOLUMEN 82 EXPEDIENTE 12

COLECCIÓN CAUSAS Criminales

VOLUMEN 15, EXPEDIENTE 242

VOLUMEN 15 EXPEDIENTE 243